Se trata de un problema que, en gran medida, tenemos gracias a ellos. La mayor parte de la mercancía que se mueve dentro del país tiene como destino llegar directamente a los consumidores norteamericanos. La mayor parte de las armas con las que se libran los enfrentamientos entre grupos armados provienen del vecino país.
La instrucción de declarar la guerra, pese a ser tan independientes y revolucionarios como somos, viene precisamente desde Washington. Y por más que digan que una mentira repetida mil veces se vuelve verdad, esta no es una guerra que se esté ganando.
En Estados Unidos una de cada 40 personas cubre el diagnóstico de abuso o dependencia de sustancias ilícitas. Aproximadamente 40 millones de personas han sufrido daños a raíz del uso de estas, mientras que más de 15 millones consumen drogas ilegales habitualmente. Se trata de un negocio que representa más de 400 mil millones de dólares a nivel global.
Pero, aparentemente, el problema es de nosotros. Por ello, el presidente y salvador de la nación encargada por mandato divino de dirigir los rumbos de este mundo (Obama, en pocas palabras) decidió enviar a 2700 soldados de la Guardia Nazional, para sumarse a los 20 mil de la patrulla fronteriza, así como la aprobación de 600 millones de dólares adicionales para ser usados con el fin de resguardar su frontera sur de las barbáricas hordas indocumentadas y cargadas de droga de mexicanos que intenten cruzar hacia la tierra prometida.
"La seguridad de la frontera sur es mi mayor prioridad desde que llegué al poder", afirmó el Mesías anteriormente mencionado. No las dos guerras que libra su país a miles de kilómetros de distancia. No el tropezón del sistema financiero que puso a temblar a la economía global. No las miles de personas sin seguridad social en Estados Unidos, ni el calentamiento global, ni el derrame de petróleo, ni nada.
Nada es más importante que mantener a raya la violencia que satisfacer la demanda de enervantes de su país causa en el nuestro.
La ley aprobada "reforzará nuestra cooperación con México para combatir las organizaciones criminales que operan a ambos lados de nuestra frontera común", según el presidente. Por supuesto que la cooperación quedará reforzada, con un muro y miles de soldados entre ambas fronteras.
Mientras tanto, desde su pedacito de edén en San Cristóbal, un ilustre caballero propone legalizar las drogas para acabar con el conflicto. Interesante propuesta, pensé, hasta que recordé al Nobel colombiano Mario Vargas Llosa, a José Luis Borgues, a los negros que no quieren trabajar y a las lavadoras de dos patas.
Entonces ya no supe que pensar…
Una cosa es cierta: el consumo de drogas no depende exclusivamente de la dureza de las leyes que pretenden combatirlas. En Estados Unidos, país con fuertes leyes antidrogas, el 42% de la población ha probado marihuana y el 16% ha probado cocaína. En Holanda, país con leyes más laxas, sólo el 20% probó marihuana y el 2% probó cocaína.
Otro dato interesante: el menor consumo de drogas (alcohol y tabaco incluidas) en el mundo se encuentra en los países del continente africano. Aparentemente, el consumo de drogas va de la mano con el desarrollo y la modernización de las culturas locales.
Más allá de si la legalización es o no la solución al problema, lo importante es reconocer que se trata de un asunto de salud pública, y no de seguridad nacional, como nuestro desgobierno y el del otro lado nos quieren hacer creer.
La instrucción de declarar la guerra, pese a ser tan independientes y revolucionarios como somos, viene precisamente desde Washington. Y por más que digan que una mentira repetida mil veces se vuelve verdad, esta no es una guerra que se esté ganando.
En Estados Unidos una de cada 40 personas cubre el diagnóstico de abuso o dependencia de sustancias ilícitas. Aproximadamente 40 millones de personas han sufrido daños a raíz del uso de estas, mientras que más de 15 millones consumen drogas ilegales habitualmente. Se trata de un negocio que representa más de 400 mil millones de dólares a nivel global.
Pero, aparentemente, el problema es de nosotros. Por ello, el presidente y salvador de la nación encargada por mandato divino de dirigir los rumbos de este mundo (Obama, en pocas palabras) decidió enviar a 2700 soldados de la Guardia Nazional, para sumarse a los 20 mil de la patrulla fronteriza, así como la aprobación de 600 millones de dólares adicionales para ser usados con el fin de resguardar su frontera sur de las barbáricas hordas indocumentadas y cargadas de droga de mexicanos que intenten cruzar hacia la tierra prometida.
"La seguridad de la frontera sur es mi mayor prioridad desde que llegué al poder", afirmó el Mesías anteriormente mencionado. No las dos guerras que libra su país a miles de kilómetros de distancia. No el tropezón del sistema financiero que puso a temblar a la economía global. No las miles de personas sin seguridad social en Estados Unidos, ni el calentamiento global, ni el derrame de petróleo, ni nada.
Nada es más importante que mantener a raya la violencia que satisfacer la demanda de enervantes de su país causa en el nuestro.
La ley aprobada "reforzará nuestra cooperación con México para combatir las organizaciones criminales que operan a ambos lados de nuestra frontera común", según el presidente. Por supuesto que la cooperación quedará reforzada, con un muro y miles de soldados entre ambas fronteras.
Mientras tanto, desde su pedacito de edén en San Cristóbal, un ilustre caballero propone legalizar las drogas para acabar con el conflicto. Interesante propuesta, pensé, hasta que recordé al Nobel colombiano Mario Vargas Llosa, a José Luis Borgues, a los negros que no quieren trabajar y a las lavadoras de dos patas.
Entonces ya no supe que pensar…
Una cosa es cierta: el consumo de drogas no depende exclusivamente de la dureza de las leyes que pretenden combatirlas. En Estados Unidos, país con fuertes leyes antidrogas, el 42% de la población ha probado marihuana y el 16% ha probado cocaína. En Holanda, país con leyes más laxas, sólo el 20% probó marihuana y el 2% probó cocaína.
Otro dato interesante: el menor consumo de drogas (alcohol y tabaco incluidas) en el mundo se encuentra en los países del continente africano. Aparentemente, el consumo de drogas va de la mano con el desarrollo y la modernización de las culturas locales.
Más allá de si la legalización es o no la solución al problema, lo importante es reconocer que se trata de un asunto de salud pública, y no de seguridad nacional, como nuestro desgobierno y el del otro lado nos quieren hacer creer.
Además la Iniciativa Mérida fue producto del otro desgobierno, el de Fox, por lo que no es un problemas nuevo y nos hace pensar, desde luego, que la visión militar de Estados Unidos prevalece incluso sobre la "democrática" para sus relaciones con el "patio trasero".
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