sábado, 14 de diciembre de 2013

Reforma energética


Camilo González

Desde las intervenciones americanas del siglo XIX y del siglo XX el control del territorio extranacional, como el golfo de México o las costas profundas del pacífico, en lo general, ha sido extranjero. No precisamente el territorio continental, aunque muchas veces hemos visto en los medios cómo los drones o los comandos norteamericanos entran como Juan por su casa a Mexico, Centroamérica o el Caribe. 

Desde entonces, con la doctrina Monroe como bandera, el ánimo expansionista de los Estados Unidos no ha decrecido. Controlan norteamérica militarmente, mediáticamente, por la fuerza, por la deuda. No viene aquí al caso discutir la industria armamentista de los vecinos del norte ni su poderoso empeño en desarrollar un ejército a todas luces desastroso pero que controla el hemisferio norte. 

Lo que sí viene al caso plantear es la situación en que se encuentra nuestro país. Justo en medio de un gran corredor de intereses norteamericanos: de Colombia a Washington. Y de allá hacía Perú y Chile, países con gobiernos tan notoriamente amistosos a los EUA como los gobiernos mexicanos de los últimos tiempos. 

Por ejemplo, se ha destacado en muchas partes los grandes avances que implica la Alianza del Pacífico entre nuestro país, Chile, Colombia y Perú, que tiene niveles de apertura en más del 90% de los productos, para conformar unaregión comercial moderna -aunque existiera desde antes de la Conquista. 

Lo que no se ha destacado es la perversa relación que existe para lograr esta alianza. Es perversa porque no atiende más que los intereses de unos cuantos, que representan a empresas y países, pero no a las sociedades de los países involucrados. 

“La reforma energética de México, determinará en qué medida México será parte de la futura seguridad energética de los Estados Unidos”, lo dijo en tribuna el senador Fernando Mayans. Y al final de su intervención de la reunión de trabajo de la comisión que trabaja el dictamen sobre la reforma energética, pidió un estudio sociológico para el propio senado y el congreso federal, así como a los medios porque al parecer no trabajan por los intereses de la patria. Esto se explica porque gobierno y sociedad no son una misma cosa. Quizá una parte de la sociedad y el gobierno estén aliados para crecer, internacionalizarse. Pero no hay muestra en ningún lugar de cómo lograrlo con certeza. En este hermoso país, la economía proyectada a principios de año era de un crecimiento superior al 3% del PIB y que no ha logrado superar el 1%. 

La capacidad del gobierno para defender sus intereses haciendo la -falsa- defensa discursiva de los intereses sociales provoca un velo en la sociedad. No logramos diferenciar los intereses legítimos de los ilegítimos, para dotarlos de algo de moralidad. 

Los cambios se hacen de último minuto, los votos del congreso se venden al mejor postor, parece, los Estados Unidos. México no tiene defensa ante los embates de la economía internacional.

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