lunes, 4 de febrero de 2013

“Queimada”: paradigma Latinoamericano

Perfectamente lograda. Pocas veces el “tercer cine” (movimiento fílmico anti-burgués, políticamente militante, de origen latinoamericano) puede presumir de trabajos cuyo resultado final supere las expectativas originales. La película Queimada (Burn!, 1969), dirigida por el italiano Gillo Pontecorvo y protagonizada por Marlon Brando, más allá de los aspectos técnicos-narrativos-estructurales tan magistralmente efectuados, tiene un doble mérito: por un lado, describe, reconstruye, retrata el drama político de América Latina y el Caribe, y por otro, sin incurrir en fórmulas panfletarias, evoca e invoca el invaluable patrimonio ético-filosófico, en materia de rebelión, atesorado en este lado del hemisferio, la región de las más acentuadas contradicciones –Latinoamérica. Ahora que la izquierda somete a debate sus estrategias, alcances e idearios, vale la pena desenterrar el registro de flagelos, el compendio de agravios, que explican parcialmente el presente latinoamericano. La película consigue este propósito. Corresponde analizar críticamente el film referido, y paralelamente coligarlo con la histórica realidad continental. 

 La película relata el arribo de un agente británico a una isla en el Caribe, Queimada, (que bien podría ser cualquier país latinoamericano) con la intención de fomentar una revolución nativa para derrocar a los conquistadores portugueses, y conseguir para sus patronos –Gran Bretaña y la empresa subsidiaria Royal Sugar Company– el control de la economía local, concretamente la producción de caña de azúcar, aún sujeta a cánones productivos esclavistas. Después del derrocamiento de la administración portuguesa, Queimada declara su independencia, aunque sólo formalmente. En la práctica, el nuevo régimen constituido a capricho de los británicos, integrado por latifundistas blancos y políticos titiriteros corruptos, se ocupa de satisfacer intereses privados extraterritoriales. Con la venia de Gran Bretaña, se inaugura un proceso de transición a fin de establecer una economía de libre mercado, un régimen de salarios, en suma, una proletarización de la fuerza de trabajo. William Walker, el agente británico (Marlon Brando), se vale de una analogía altamente ilustrativa para exponer al gobierno emergente las bondades de un sistema económico proto-capitalista. En términos estrictamente económicos, pregunta Walker, ¿qué es más retributivo, rentable: una esposa (refiriéndose al esclavo) con todos los dispendios onerosos que supone una manutención vitalicia, ó una prostituta (refiriéndose al asalariado), que tan sólo implica un gasto intermitente, allí cuando sus servicios son requeridos? 

Pero el factor imprevisto en esta trama de neocolonialismo, persistentemente presente en la historia de nuestros pueblos, también figura de manera destacada en el film: a saber, la radicalización de la rebelión, ya no contra un poder esclavista, sino contra el anónimo poder del capital. José Dolores, líder de la primera insurrección, más tarde dirigente de la guerrilla nativa, personifica la peculiar fuerza de resistencia, el espíritu libertario, que tantos triunfos simbólicos y tantas derrotas materiales ha cosechado en la historia de la América descolonizada. A través de la lucha de este mártir, el film rememora este patrimonio inmaterial de resistencia, y saca a la superficie esa flama de indignación latente que todavía al presente amenaza felizmente con subvertir la realidad de nuestros pueblos. Válgase la enunciación de las valiosas lecciones que desentierra Queimada

 Es mejor saber a dónde ir y no saber cómo, que saber cómo ir y no saber a dónde; 

 Si un trabajador labora para otro, permanece como esclavo, aunque se le identifique como obrero y no como peón; 

 Si un hombre te da libertad, no es libertad. La libertad es algo que uno, uno solo debe buscar; 

 Las clases dominantes tratarán de asesinar los valores e ideas, y no sólo a los hombres que los detentan, pues la naturaleza de la idea es imperecedera, mientras que los hombres perecen naturalmente.

3 comentarios:

Vicent dijo...

La tengo en DVD y la vi en su tiempo. Una de las frases que se me gravó, aparte de la de "las prostitutas", fue lo que dijo José Dolores: "si nosotros no cortamos la caña, vosotros no podréis comerciar con ellas"

Anónimo dijo...

Queimada tiene gran razón,"hay que saber a dónde ir", aunque me parece que también hay que saber dónde se está o CUÁNDO regresa r... Bartleby podría contestar, pero parece que preferiría no hacerlo.

Anónimo dijo...

Algunas aclaraciones. La película sólo se tituló "Queimada" en la versión exhibida en los cines del Estado Español. El original en inglés era "Burn", pero muchos años más tarde se volvió a exhibir bajo el nombre de "Quemada". La explicación es ni más ni menos que la censura del tardofranquismo, que incluso aún duró algunos años después de la muerte del dictador, en la llamada Transición. Esa censura quiso presentar la isla como una posesión de soberanía portuguesa, porque de lo que se hablaba en realidad era de unos españoles que quedaban muy mal en la historia, tanto los delegados de la metrópoli como los criollos locales.

Así se llegó al extremo de exhibirla con una banda sonora en español ibérico, pero con unas voces en segundo plano, por ejemplo de la soldadesca, que hablaba en portugués ("caminha, palhasso!"). El gobernador de la isla no era un gobernador español, sino portugués. Pero cuando llega el carnaval, momento elegido para atentar contra su vida, el hombre se asoma a un balcón de su palacio, de cuya barandilla cuelga una enseña blanca con la cruz de San Andrés en rojo, y en el centro un escudo muy parecido al que ahora mismo usa la casa real española. Y ello era lógico, porque ésa era la bandera de España de la época, con el escudo y la cruz de los Borbones.

Seguramente por un fallo de documentación, o bien porque en la época se comenzaba a utilizar la bandera roja y gualda propia de la Marina como enseña nacional, el caso es que en otra secuencia se puede ver esa misma bandera, similar a la actual, pero sin escudo alguno en su interior. Pues bien, el negativo fue retocado de tal manera que en vez de amarillo lo que se veía era verde. Así salía una extraña bandera portuguesa, pues si nos fijamos con atención veremos que lo que aparece en la pantalla son tres franjas horizontales, roja, verde y roja respectivamente. La bandera portuguesa consiste en dos campos verticales, uno verde y otro rojo. Además, por esto fuera poco, la bandera portuguesa rojiverde es la de la República Portuguesa. En aquellos años en que transcurre la acción del film se utilizaba otra distinta, la monárquica, con dos campos verticales de igual tamaño, uno azul y el otro blanco, con el escudo monárquico en su centro.

En definitiva, la isla no era portuguesa, sino españoles la isla, los soldados, el gobernador y los criollos.

Saludos.

Carlos.