miércoles, 25 de diciembre de 2013

Santa Claus y la democracia en México.



En estos días en que el lobo de la ambición se viste con la piel de cordero misericordioso, toda la histeria consumista y la avalancha de buenos deseos salpicados de bebidas espirituosas y comilonas sin fin –para los que pueden pagarlas claro- es prácticamente imposible ignorar que la simulación es la regla. Y al igual que nuestras instituciones democráticas, en las cuales tanto gobernantes como desgobernados fingen creer, padres e hijos simulan la existencia del obeso promotor del consumismo solidario, infinitamente rentable para empresarios y vendedores de objetos inútiles, contaminantes y embrutecedores.
Mientras los padres y madres de familia hacen malabares para confirmarles a sus vástagos que Santa Claus vive en el polo norte y que trabaja todo el año para regalar juguetes por todo el mundo, los infantes devoran sin miramientos toda clase de argumentos para mantenerse en la creencia de que el rey de los juguetes existe, a pesar de que eventualmente alberguen serias sospechas al respecto. La simulación cobra sentido en la medida en que ambos, padres e hijos, actúan de acuerdo a ella y sobre todo, son felices haciéndolo o simulan que lo son.

Se podría argumentar que, tarde o temprano, niños y niños deciden terminar con la pantomima, muy a su pesar, aunque si de los padres se tratara, probablemente seguirían fingiendo para mantener la ilusión… y su posición de poder. Pero al romper con la ilusión, los niños convertidos en adultos revivirán y reproducirán la simulación, iniciando de nuevo el proceso. 

Lo mismo sucede con la democracia y su parafernalia institucional: los gobernantes simulan sin rubor que creen a pie juntillas en los beneficios sacrosantos de la democracia mientras se embolsan ingentes cantidades de dinero y manipulan programas, recursos y sobre todo millones de personas que siguen aferrándose a la creencia de que el problema no es la democracia liberal sino los que la administran. Es así como el ciudadano, a pesar de observar día a día las maquinaciones de sus ‘representantes’ y el impacto en su vida cotidiana, simulan que creen en ella. No sólo acuden a votar, a pesar de que no se identifique con ninguno de los candidatos, sino que además se enfrasca en polémicas inútiles y discusiones interminables con sus semejantes. Al final, cuando los resultados son dados a conocer, unos celebran aunque su miseria se a perpetúe mientras que otras se movilizan para denunciar fraudes y maquinaciones violatorias del sagrado espíritu democrático… para volver a votar en la siguiente elección.

Lo interesante de ambas simulaciones es que se asume que todos están incluidos en ella; los niños creen que todos los infantes del mundo reciben regalos mientras que los votantes piensan que todos tienen derechos y forman parte de la ciudadanía. Empero las cosas son muy diferentes: así como hay millones de niños y niñas que no son acreedores de las bondades de la visita de Santa Claus también existen millones y millones de personas sin derechos efectivos. 

La relación entre ambas simulaciones es más estrecha de lo que pudiera parecer. De hecho, la simulación navideña pavimenta el camino para que el niño convertido en adulto no vea nada malo en simular sino todo lo contrario: la vida es una simulación y hay que actuar en consecuencia. Después de todo lo que está en el centro de todo es la creencia. ¿Y quién pueda afirmar que no cree en nada? Pero hay de creencias a creencias. Unas son muy útiles al sistema establecido; otras se sostienen precisamente en la posibilidad de un mundo diferente, diverso y justo.

En todo caso, no creo que se compare la experiencia de ver el rostro de un infante, creyente de la magia de Santa Claus, en el momento de encontrar su regalo al despertar –si tiene ese privilegio- con la de un ciudadano que observa extasiado la asunción de su candidato al poder. En el primero se refleja una ilusión producto de su inexperiencia y del engaño; en el segundo simplemente la ignorancia traducida en ambición, en la posibilidad de lograr privilegios, aunque sean virtuales, a costa de los demás: ¡ganamos! Sin embargo al final las dos comen del mismo plato. Por ello, romper con las simulaciones resulta así una tarea fundamental en la liberación humana pues en ellas descansa todo el sistema social en que vivimos, aunque Santa Claus y nuestros  ‘representantes’ se queden sin trabajo. No serían los únicos.

domingo, 22 de diciembre de 2013

El ogro está desnudo

No una: cinco veces me apuntaron. Una en el parque. Otra en el centro de la ciudad. Otra más afuera de mi domicilio. Otra en un puesto de tacos a la hora de la cena. Y una última, cuando viajaba en un taxi de regreso a casa. Ellos le llaman operativo rutinario. Y en cierto sentido es correcta la expresión: la tiranía es un sistema que no debe prescindir de la rutina, la disciplina, el rigor del método. 

Tal ha sido el éxito del rigor de la rutina, que ahora nadie parece alarmarse con el tránsito febril de convoyes policiacos aparatosamente armados, apuntando al transeúnte sin distingo de clase, raza, sexo, edad. Hace siete años esta situación era impensable. Uno transcurría las calles con la afabilidad que otrora disponía la provincia, sin imaginar que algún día las caminatas estarían cortejadas por encuentros repetidos con fusiles en posición de fuego. 

Todos saben, aunque a veces no saben que lo saben, que el enemigo declarado no es un enemigo; o mas bien, que el enemigo es un seudo-enemigo. En pocas palabras, la inseguridad –corporeizada en la delincuencia– no es el antagonista del poder: es su mejor aliado. El sociólogo Michel Foucault repara al respecto: “La delincuencia es un instrumento para administrar y explotar [desde el poder] los ilegalismos”. 

Cuando un fusil apunta a todas partes indiscriminadamente se puede argüir que existe confusión, paranoia, incertitud. Pero cuando los fusiles apuntan metódicamente a un blanco, es improcedente acusar desorientación o histeria. En este caso, cabe inferir que responde a una operatividad premeditada. Y naturalmente, acá el blanco es la sociedad, sin distingo de clase, raza, sexo, edad. Efectivamente, se trata de una rutina para alcanzar un fin inconfesable: la meta es la universalización de la sospecha, la profundización de la inconexión ciudadanía-gobierno, y la criminalización de todos los actos vitales de un pueblo: transitar un parque, recorrer las calles, detenerse a comer en un sitio a la intemperie, salir del domicilio personal en dirección al trabajo, regresar a casa. No se lleva a cabo una sola actividad, un solo movimiento, que no esté meticulosamente supervisado por el ojo de un cañón. 

Mas o menos el mismo proceso han seguido las dictaduras militares en Sudamérica y los fascismos europeos (ahora intensificado en las modernas democracias policiacas). Es una estrategia de asfixia, debilitamiento, asedio sistemático. Allí donde un Estado persigue resueltamente sus fines, que no son más que los fines de un acotado racimo de negocios privados, el binomio criminalización-militarización se erige como el instrumento más confiable en la persecución de agendas anti-sociales: es el recurso perfecto de control social. Foucault insiste: “La delincuencia, con los agentes ocultos que procura, pero también con el rastrillado generalizado que autoriza, constituye un medio de vigilancia perpetua sobre la población, un aparato que permite controlar, a través de los propios delincuentes, todo el campo social”.

Es una estrategia de tres pasos: 1) inauguración de un agente extraño al que se endosan cualidades de leviatán (narco); 2) declaratoria de guerra al presunto advenedizo (fabricación de legitimidad); 3) militarización de la vida pública y las estructuras de seguridad (control de todo el campo social). 

En realidad, la militarización es una estrategia para meter freno de mano a ciertos procesos de apertura ciudadana o de ampliación de derechos. La democracia llegó al mundo por decreto del poder. Este proceso despertó expectativas e ilusiones. Era preciso, para el poder constituido, cancelar estas expectativas, y reducir la democracia a una mera formalidad ceremonial. La militarización es la expresión más acabada de esta tentativa de cancelación. 

Pero este proceso sirve a ciertos grupos; la cuestión radica en identificar a estos grupos. La Jornada Veracruz documenta una primera pista: “Jefes de Mando de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), se reunieron con empresarios de Xalapa para atender su petición con respecto a aumentar la presencia de fuerza federales en las calles (sic) de las principales ciudades de Veracruz… Los comandantes de la Sedena de los batallones del puerto de Veracruz, Xalapa, Perote y Martínez de la Torre proporcionaron números telefónicos privados a los empresarios, para que en caso un incidente se comuniquen de inmediato y serán atendidos personalmente (sic)” (La Jornada Veracruz 13-XII-2013). 

El Estado Constitucional, en contubernio con los cárteles empresariales, manda a la mierda las malditas formalidades que tanto le abruman, sale del closet, y sin rubor se presenta tal como es. El ogro filantrópico no es más filantrópico. El ogro está desnudo… pero armado hasta los dientes. ¡Ahí de aquel que se anime a señalarlo! 

Personalmente, me tiene hasta la madre que me apunten un rifle de alto calibre todos los días. Es tiempo de señalar, en sociedad o colectivamente, a ese parasitario ogro desnudo.

viernes, 20 de diciembre de 2013

La permacultura, una forma de vida responsable y ecológica

Mariana Carbajal/Xalapa



La permacultura, es una manera sustentable de vivir, pero también una filosofía de vida en favor de la salud, la equidad y el medio ambiente, apunta el doctor Miguel Ángel Escalona Aguilar, impulsor de la misma, quien enfatiza que es necesario cambiar nuestra forma de vida ante la crisis alimentaria y económica que vive nuestro país.

Como parte de su trabajo para impulsar esta visión del desarrollo sustentable y estilo de vida, imparte talleres en la Universidad Veracruzana, en los que hace énfasis en la agricultura orgánica, “porque es muy importante hacer una reflexión sobre nuestros hábitos alimenticios, ya que en nuestro país hay grandes contrastes, por un lado hay gente que muere de hambre y otra que muere por enfermedades asociadas a la obesidad y la mala alimentación.

“Por eso me interesó la agroecología, porque es una ciencia que nos ayuda a entender y mejorar los sistemas de producción, así como a entender los procesos sociales alrededor de estos. Y una de las herramientas que nos facilita cumplir esos objetivos, es la permacultura.
“Así que desde la visión de la permacultura y la agroecología es que estamos trabajando en procesos de producción urbana y periurbana de alimentos, ya que aunque en el campo se produce en su mayoría lo que comemos, en las ciudades se conjugan la carencia de alimentos y los problemas de salud enfocados en la mala alimentación”, expresó.

“Pensamos que de esta manera podemos hacer que la gente reflexione y actúe para tratar de producir sus alimentos, lo cual les permite darse cuenta del trabajo que hay detrás de la comida y los hábitos de consumo. En las ciudades perdimos la noción de dónde vienen los alimentos, del trabajo qué se le puso a las hortalizas y quién las produjo; así que la permacultura plantea analizar estos factores para fomentar una repartición más justa, una dieta sana, modificando hábitos de consumo y el manejo adecuado de los residuos, ya sea separando la basura o produciendo composta. Por eso estamos impartiendo talleres en la UV, para fomentar estas acciones y formas de pensar. En la que la gente esté al tanto de sus hábitos de consumo en general”, explicó el doctor Escalona.

En sí, la permacultura es una serie de principios para que las personas se concienticen sobre los modelos de producción de los alimentos, entender que es mejor apoyar a los mercados locales, saber un poco más del uso de las plantas, la biocultura, que se pierde en la cultura urbana.
La permacultura maneja tres principios éticos fundamentales: la salud de nuestro planeta, la salud de las personas y una repartición justa de los bienes que se obtienen de la producción de los alimentos. “Esto se refiere al reconocimiento de la señora que está en la esquina y que vende sus chilitos o tortillas, que a ella seguro le regateamos, y si vamos al supermercado no le regateamos, y entonces vemos que no hay una repartición justa, y la permacultura que no le compres a los supermercados y sí a los productores locales, ya que sus productos son de la zona y los de los supermercados, quién sabe de donde vienen y desde cuándo fueron producidos”, puntualizó.

Uno de los aspectos más importantes es hacer un diseño de un método de producción más sustentable, pero tiene que analizarse el entorno en el que vivimos y sobretodo, crear ciclos virtuosos que no contaminen, producir diseños y aprovechar en lo más posible esos recursos, así que hay que preguntarse, ¿cómo me gustaría vivir?, ¿qué tengo para hacerlo? y ¿cómo puedo hacerlo?

De esta forma, las personas pueden usar los materiales que tienen a su alcance, para construir hortalizas, para unirse con sus vecinos en cooperativas, organizar espacios verdes, es decir que en la permacultura se necesita de la creatividad y la imaginación para crear espacios sustentables en favor de una vida mejor.

El doctor Miguel Escalona también platicó sobre los talleres que da en la UV a los estudiantes, en los que intentan formar una red de agricultura urbana y periurbana, una red ciudadana en donde se pretende generar nodos que tengan un efecto de gota de agua, que cae y produce ondas, así que cada nodo puede enseñar a la gente a colaborar para producir alimentos y entonces esto se va extendiendo:

“Esta red de agricultura urbana usa estos principios, los de la agroecología y la permacultura. Por ejemplo estamos intentando hacerlo en el Jardín Botánico Francisco Javier Clavijero (de la ciudad de Xalapa), ahí estamos capacitando a los técnicos de campo y trabajadores que dan mantenimiento, para que ellos luego sean capacitadores para la gente que visite el Jardín. Otra huerta que estamos intentando poner es en el Parque Tecajetes, ya que nos parece muy importante por lo simbólico, es muy visitado y tiene un concepto de un uso sustentable del agua, porque tiene un nacimiento. Asimismo, en el Río Cedeño, con los pobladores de la colonia Lucas Martín”.

Así que estos funcionan como los principales nodos, y la idea es que se articulen con el nodo de la Universidad Veracruzana, en la que tienen huertos en las facultades de Derecho, Ingeniería, Agronomía y próximamente, en la de Psicología.

“La permacultura tiene una dimensión cultural, social, política y económica, así que puede verse desde muchos ejes que ayudan a acercarse a la gente. Entonces es como un juego muy interesante en la que se trata de no producir contaminantes, almacenar energía, ya sea almacenando agua de lluvia o composta”, agregó.

México es un país que necesita de una nueva forma de concebir la salud y la alimentación, porque estamos en una crisis muy grave en estos sentidos, así que hay que favorecer procesos locales de producción de alimentos y no a las multinacionales, que pagan muy poco a los agricultores y que tienen injerencia en los procesos electorales.

Por ejemplo, una de las opciones para aminorar el impacto económico de los supermercados, es ir a los mercados agroecológicos como el que se pone en la ciudad de Xalapa, en Clavijero 24, los domingos de 10 a 3, en Radio Universidad, o el de Coatepec, el Coatl, los sábado en el centro de la cuidad.

“De esta forma ganamos muchos. Primero, sabemos que los alimentos son frescos y sabemos a quién le estamos dando nuestro dinero, además, los alimentos no tienen químicos”.

Miguel Ángel Escalona Aguilar estudió biología en la UNAM, hizo una maestría en fruticultura y luego otra en biotecnología, después hizo un doctorado en España sobre agroecología, sociología y desarrollo sustentable, y tiene muchos años trabajando en la UV impartiendo talleres en la Facultad de Ciencias Agrícolas; también da clases en la Facultad de Ciencias Agrícolas y es Subcoordinador de Agua y Áreas Naturales de la Coordinación para la Sustentabilidad, de la Universidad Veracruzana. 
Para contactarse con Miguel Ángel Escalona y formar parte de estos talleres y principios, le pueden escribir a mifana@hormail.com.

domingo, 15 de diciembre de 2013

Porfiriatrix Reloaded: vuelta al laberinto del atraco

“Quien empieza comprando la presidencia termina vendiendo la patria”, acusan los perredistas. Pero lo que no dicen, por falsa prudencia, oportunismo o ignorancia, es que la presidencia o cualquier otro cargo de “elección popular” se conquista sólo por la vía de la compra. También olvidan, omiten o ignoran que los gobiernos de los Estados modernos están irremediablemente condenados a cancelar cualquier proyecto orientado a la construcción de una patria auténtica: los gobiernos son las prostitutas del capital, nomás que unos son más putas que otros. Al final todo es compra o vendimia. México atraviesa una suerte de “buen fin” de Estado: todos los políticos están en barata, y se ofertan en vitrina de oropel al postor más vigoroso. 

Hasta en las democracias más “avanzadas” (o más sofisticadamente falsarias), los candidatos que conquistan una contienda electoral, a menudo son los que más recaudan e invierten en campaña (pasan charola y luego pagan voluntades y espacios publicitarios). Estados Unidos, un país donde el financiamiento de las candidaturas es recalcitrantemente privado, es el más claro ejemplo de esta mentira ceremonial. La democracia electoral no es otra cosa que una vulgar lavandería. Explícome: en el ámbito de la economía formal o criminal (que no es lo mismo pero es igual), los caudales dinerarios ilícitos se lavan expeditamente cuando se introducen en los circuitos lícitos (insistimos: la distinción lícito-ilícito es sólo formal). En los estercoleros de la política oficial rige el mismo procedimiento rutinario. Los eunucos se convierten en distinguidos “licenciados” u “honorables diputados” o “altezas serenísimas” o cualquier otro epíteto grandilocuente en boga, es decir, lavan sus sórdidas indumentarias, con sólo inscribirse en una boleta de candidatos, y ganar por decreto “popular” (¡sic!) el ansiado hueso. ¡De a cómo el kilo de ropa! 

Un elemento definitorio de la política es la voluntad, o al menos eso sostiene la teoría. Pero si esta noción fuere cierta, nos veríamos obligados a retirar el calificativo de “políticos” a esa de horda de asambleístas o gobernantes que ornamentan curules o pinos, pues hasta ahora no se sabe de uno solo que se adscriba a una voluntad propia, natural o genuinamente personal: acá todos son rústicos vasallos de ciertas fuerzas e intereses a cuyos empeños se someten con solícito servilismo. Las decisiones no se toman en los recintos gubernativos. Allí sólo se procesan instrucciones que giran los poderes fácticos, nacionales o preferentemente transnacionales. Vale decir: la política no la hacen los “políticos”. Éstos únicamente se encargan de colocarle el envoltorio de regalo a las políticas de latrocinio, o bien, de aplicar cloro y detergente a la mierda que nos prescriben como “progreso” y “modernización”. En resumidas cuentas, el gobierno no es otra cosa que una costosa lavandería, y los políticos, unas ordinarias lavanderas de los proxenetas en turno. 



El Metro o el subway 

Que dice la izquierda que el metro no está “nice”: que le faltan escaleras eléctricas de esas que salen en las películas; que los boletitos de papel no están “cool” y que se deben reemplazar con las tarjetas recargables, o modernizar los torniquetes como en París y Nueva York; que convendría instalar sistemas de comunicación Tetra LTE (¡sic!), que fabrica la multimillonaria Google, para que nos vigilen acá buena onda; y que se ve feíto tanto mugroso ambulante así que más vale incorporar mil 200 policías para que le pongan una corretiza a esa turba mercachifle. 

Pero dice la izquierda que esta modernización no la puede pagar el gobierno. ¡Ni maíz!, porque eso de cobrarle impuestos a los empresarios o a los ricos ya no rifa. Pero a la izquierda se le ocurrió otra grandiosa idea, de esas que también se le ocurren a la derecha: ¡pasarle la factura a la prole! 

¡Pero no se espante ciudadano usuario del metro! Dice la izquierda que con la nueva tarifa, o sea, con el incremento de 66 por ciento (sic) al pasaje del Metro, habrá “Mejor servicio para todos” (¡sic!). ¡Que venga la alegría! 



Protesta descafeinada o el franquismo contraataca 

Un característica inédita de la ideología moderna es la colusión de los opuestos, es decir, la abolición de las contradicciones. El problema trae consigo el remedio: que si el café descafeinado, o la leche deslactosada, o el cigarro electrónico sin tabaco, o el chocolate laxativo, o el consumo responsable, o la empresa socialmente responsable, o la cerveza sin alcohol. 

Contagiados por esta rupestre ideología (o tendencia espiritual, argüiría un posmoderno), las comisiones de Derechos Humanos y del Distrito Federal de la cámara de diputados, operadores de los impresentables PRI-PAN-PVEM, aprobaron el martes pasado un dictamen de Ley de Manifestaciones Públicas del Distrito Federal, con el propósito de hacer las marchas y protestas un poquito menos bárbaras e inciviles. 

El documento fue elaborado por José Sotomayor Chávez, un panista de los meros buenos, o sea, con poca o nula neurona e inclinaciones falangistas. Naturalmente, toda la iniciativa esta impregnada por las penosas características de su creador. En substancia, el dictamen propone abreviar o “descafeinar” el derecho a la manifestación, reduciendo la realización de movilizaciones a vía secundarias, imponiendo horarios hábiles (de 11 de la mañana a 6 de la tarde), para no vulnerar el sacro derecho de otros a transitar libremente valiéndoles un carajo los problemas de la muchedumbre, condicionando las marchas a un permiso especial expedido por el gobierno del Distrito Federal, y prohibiendo terminantemente reclamar cualquier decisión gubernamental. Una marcha sin protesta, o una protesta sin marcha. O sea que de preferencia se congreguen en la alameda para darle de comer migajón a las palomas, y dejen todas las decisiones en manos de nuestros excelentísimos representantes populares. ¡Viva el rey! 



Sufragio inefectivo, sí reelección 

Van cuatro golpes de Estado constitucionales consecutivos: a saber, el asesinato de Colosio, el teatro de la transición foxista, el fraude electoral de 2006, la compra de la elección en 2012. Nadie puede objetar la inefectividad del sufragio. Pero como el propósito es retornar a ese sueño húmedo de los conservadores e hijos de puta, epitomizado en México en el periodo histórico conocido como “porfiriato”, pues más vale traicionar completito el ideario maderista y reinaugurar la figura de la reelección. ¡A huevo! 

La recién aprobada reforma política prevé que los senadores se reelijan hasta por dos períodos consecutivos, y los diputados federales hasta por cuatro períodos sucesivos, para un total de 12 años en los dos casos. 

Según cuentan los ideólogos, esta política tiene como fin conceder a la ciudadanía la facultad de evaluar a sus representantes periódicamente. Pero estos ideólogos sólo le echan más leña al fuego: no sólo tenemos que lidiar con la condición vitalicia de unos trogloditas en curul, ahora también insultan nuestra inteligencia con las apologías expiatorias que nos recetan. 

El nuevo porfiriato, no el de los científicos sino el de los tecnócratas, iza el estandarte de su multifactorial lucha: ¡Sufragio inefectivo, sí reelección!



Pemex o las golondrinas 

Tal como estaba previsto, Pemex se privatizó. En cálculos aún embrionarios, se estima que esta reforma implicaría unos 100 años de rezago tecnológico, industrial, científico, en relación con los pares del norte (Estados Unidos, Canadá). En los asuntos sociales, será desastroso. Más pobreza, más crimen, más violencia. En el tema de la soberanía… digamos que no importa porque de todos modos Peña nunca leyó esa palabra y no sabe qué significa. 

Pero en Estados Unidos celebran. El rotativo Los Angeles Times no escatima su júbilo: “[La reforma energética] impulsaría la producción de petróleo y gas en Estados Unidos y Canadá” (¡sic!). En Washington también festejan: “Es una victoria mayor”. En México, el gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, se autocongratula, y responde a los estadunidenses colgándose la estrellita de alumno aplicado: “México está haciendo la tarea”. 

Efectivamente: nada va a quedar sin vender, rematar, alienar o privatizar. Y por eso la senadora Layda Sansores, de Movimiento Ciudadano, atinadamente extendió una invitación a los nuevos impulsores del porfirismo. Les rogó: “¡Vayan y privaticen a la puta madre que les parió… esta patria no les pertenece!”


sábado, 14 de diciembre de 2013

Reforma energética


Camilo González

Desde las intervenciones americanas del siglo XIX y del siglo XX el control del territorio extranacional, como el golfo de México o las costas profundas del pacífico, en lo general, ha sido extranjero. No precisamente el territorio continental, aunque muchas veces hemos visto en los medios cómo los drones o los comandos norteamericanos entran como Juan por su casa a Mexico, Centroamérica o el Caribe. 

Desde entonces, con la doctrina Monroe como bandera, el ánimo expansionista de los Estados Unidos no ha decrecido. Controlan norteamérica militarmente, mediáticamente, por la fuerza, por la deuda. No viene aquí al caso discutir la industria armamentista de los vecinos del norte ni su poderoso empeño en desarrollar un ejército a todas luces desastroso pero que controla el hemisferio norte. 

Lo que sí viene al caso plantear es la situación en que se encuentra nuestro país. Justo en medio de un gran corredor de intereses norteamericanos: de Colombia a Washington. Y de allá hacía Perú y Chile, países con gobiernos tan notoriamente amistosos a los EUA como los gobiernos mexicanos de los últimos tiempos. 

Por ejemplo, se ha destacado en muchas partes los grandes avances que implica la Alianza del Pacífico entre nuestro país, Chile, Colombia y Perú, que tiene niveles de apertura en más del 90% de los productos, para conformar unaregión comercial moderna -aunque existiera desde antes de la Conquista. 

Lo que no se ha destacado es la perversa relación que existe para lograr esta alianza. Es perversa porque no atiende más que los intereses de unos cuantos, que representan a empresas y países, pero no a las sociedades de los países involucrados. 

“La reforma energética de México, determinará en qué medida México será parte de la futura seguridad energética de los Estados Unidos”, lo dijo en tribuna el senador Fernando Mayans. Y al final de su intervención de la reunión de trabajo de la comisión que trabaja el dictamen sobre la reforma energética, pidió un estudio sociológico para el propio senado y el congreso federal, así como a los medios porque al parecer no trabajan por los intereses de la patria. Esto se explica porque gobierno y sociedad no son una misma cosa. Quizá una parte de la sociedad y el gobierno estén aliados para crecer, internacionalizarse. Pero no hay muestra en ningún lugar de cómo lograrlo con certeza. En este hermoso país, la economía proyectada a principios de año era de un crecimiento superior al 3% del PIB y que no ha logrado superar el 1%. 

La capacidad del gobierno para defender sus intereses haciendo la -falsa- defensa discursiva de los intereses sociales provoca un velo en la sociedad. No logramos diferenciar los intereses legítimos de los ilegítimos, para dotarlos de algo de moralidad. 

Los cambios se hacen de último minuto, los votos del congreso se venden al mejor postor, parece, los Estados Unidos. México no tiene defensa ante los embates de la economía internacional.

jueves, 12 de diciembre de 2013

Todos somos migrantes: La Caravana de las Madres Centroamericanas nos lo recuerda



Mientras la opinión pública se encuentra concentrada en mostrar los detalles de la aprobación de la reforma energética, 43 madres de migrantes centroamericanas cruzan el país para arribar a los Estado Unidos, buscando a sus hijos, maridos, hermanos y hermanas desaparecidas en su viaje hacia una vida más justa y digna. 

La catástrofe humanitaria, en la que se calcula en más de setenta mil migrantes desaparecidos desde el inicio del gobierno de Felipe Calderón, empieza a producir un movimiento que recuerda a la lucha de las Madres de Mayo, durante la dictadura militar en Argentina. Comparten la angustia de no saber nada de sus seres queridos así como la indiferencia, tanto de los gobiernos centroamericanos y como del mexicano, así como las amenazas de la delincuencia organizada que lucra impunemente con la desesperación de los migrantes.

 La cuestión migratoria ha sufrido un crecimiento acelerado, a partir de la imposición del modelo de desarrollo inspirado en el neoliberalismo, en todo el planeta. En México, las oleadas migratorias procedentes de Centroamérica iniciaron a finales de los años setenta, con el recrudecimiento de la represión en Guatemala y las guerras civiles en El Salvador y Nicaragua, y siguió creciendo gracias al empobrecimiento de los países de la región. Muchos logran arribar a los Estados Unidos pero otros desaparecen a lo largo del trayecto, sobre todo en el último decenio, cuando debido al control del narcotráfico de las rutas migratorias se convirtieron en mercancía, en contubernio con autoridades migratorias, para permitirles el paso a la frontera norte del México. 

Uno de los casos que llamó la atención del mundo entero fueron las masacres de migrantes en San Fernando, Tamaulipas; la primera, ocurrida en 2010 sumó cerca de ochenta personas asesinadas mientras que la segunda, en 2012, sumó casi doscientas. Los datos son sólo la punta del iceberg ya que el gobierno estatal y federal se han empeñado en ocultar información que seguramente ampliaría enormemente el número de asesinados. 

En la guerra entre carteles por el control de la región, los migrantes son la carne de cañón. Algunas versiones apuntan a responsabilizar a los propios migrantes por su muerte, al no poder pagar la cuota exigida por los sicarios, mientras que otras sugieren la idea de que son asesinados para perjudicar económicamente al cártel opositor, el cual controla la ruta y cobra derechos de tránsito y traslado; al ser asesinados sus ‘protegidos’ deja de percibir una importante suma de dinero. 

Como se sabe, la discriminación y el racismo son el motor de todo este asunto. Y los gobiernos juegan un papel central en amplificarlos: los centroamericanos se desatienden porque la inmensa mayoría son personas de bajos recursos mientras que el mexicano los estigmatiza como delincuentes, migrantes ilegales que desconocen sus derechos y representan una importante fuente de ingresos para los funcionarios corruptos de la policía local y federal, las fuerzas armadas, los gobiernos estatales  y los agentes de migración, sin olvidar claro a la delincuencia organizada.

Lo que tenemos entonces es un crimen de lesa humanidad del cual son responsables directos los gobiernos estatales y el federal, quienes están obligados a impedir que los derechos humanos de los migrantes sean violados sistemáticamente, ya que de acuerdo a una reforma migratoria aprobada en 2011, el migrante no es un delincuente pero se le sigue tratando como tal. Pero al mismo tiempo que han renunciado en defenderlos han hostigado o ignorado, que para el caso es lo mismo, a grupos de la sociedad civil como Las Patronas –grupo de mujeres que asiste a los migrantes en la ruta del golfo- o a defensores de los derechos humanos, como el padre Solalinde. Éste último ha denunciado una y otra vez los mecanismos del tráfico de personas y su relación con las autoridades, lo que le ha acarreado innumerables amenazas.

En este sentido, la Novena Caravana de las Madres Centroamericanas Buscando a sus Migrantes Desaparecidos ‘Emeteria Martínez’, que partió de la ciudad de la ciudad de Guatemala el último día del mes de noviembre, representa un movimiento que, como ellas mismas dicen, persigue tres objetivos: “Encontrar a los desaparecidos, hacer visible la profundidad del problema y denunciar a los funcionarios que hacen poco para proteger a los migrantes” Entre las organizaciones que coordinan la caravana destaca el Movimiento Migrante Mesoamericano, que en voz de una de sus integrantes, Marta Sánchez, afirmó que “Cuando empezamos hace nueve años estábamos solos. Ahora, más de un centenar de organizaciones y un sinnúmero de personas nos ayudan” (Desinformémonos.org

Los resultados están a la vista: han encontrado a más de 200 personas y han documentado a miles de personas que son buscadas por sus familiares. Pero sobre todo han abierto una esperanza a miles de madres para volver a ver a sus seres queridos, al mismo tiempo que identifican a los responsables y nos recuerdan que todos somos potencialmente migrantes, sobre todo en tiempos de reformas neoliberales y empobrecimiento generalizado de grandes franjas de la población.