domingo, 29 de abril de 2012

Democracia: Turbio fondeadero


En el marco de las elecciones intermedias de 2009, escribí: “[Las elecciones] son un dispositivo para alcanzar la legitimidad [de un orden], un ejercicio simulado para dar legalidad a la democracia republicana… no la voluntad consensual de una comunidad o un pueblo”. Un rocío de voces furibundas objetaron visceralmente este argumento. Empero, cabe apuntar que a tres años de aquella inusitada polémica, la postura de un servidor no ha cambiado un ápice, no obstante las acusaciones que mancillaron mi argumentación, calificándome sin conocimiento de causa de ‘pesimista’. Recuérdoles a los obstinados, el revelador enunciado de Mario Benedetti: “El pesimista es un optimista, pero bien informado”. Felizmente, me complace descubrir que aún no he caído presa de la premonitoria sentencia de José Emilio Pacheco, a saber: “Ya somos todo aquello contra lo que luchamos a los 20 años”. Y espero no incorporarme, al menos prontamente, a ese club de veteranos complacientes a los que hace referencia el insigne escritor. Dicho esto, sólo queda confiar que no se malinterprete el punto que he de externar en relación con las elecciones: más que un alegato reivindicatorio de este “ejercicio cívico”, propóngome poner en evidencia sus inconsistencias.

Si bien el voto y su fundamento ideológico, la democracia, presumen de un ejército insospechado de prosélitos que se asumen como promotores de este derecho, es preciso reconocer que a más de un poderoso le incomoda esta práctica popular. Sirviéndose de una extensa gama de argucias ratoneras, los círculos contiguos al poder coaccionan la intención de voto, teledireccionan las preferencias del votante, o bien, retiran y/o alienan el derecho a asistir a las urnas.

 En el primer caso, es más que evidente la censura que se aplica a los candidatos “peligrosos”, esto es, a los aspirantes que suponen ya no “un cambio verdadero”, como evoca acaso exageradamente el slogan de la oposición, sino inclusive una minúscula reforma gatopardista al entramado institucional. Las premisas operacionales del régimen político mexicano (que no sistema) no armonizan siquiera con los cambios moderados a mediano plazo. Están circunscritas a una lógica que contraviene hasta los criterios más elementales de la participación ciudadana.

 En el segundo caso, el sesgo ostentosamente parcial de los medios de comunicación, en provecho de uno de los candidatos, es una variable constante en tiempos electorales. La desafortunada aparición de las encuestas, sumado al apoyo irrestricto que goza el contendiente beneficiario (Enrique “el iletrado”) en los espacios televisivos, violan sin rubor el opaco derecho a elegir “libremente” (precepto orgánicamente adulterado).

Y en el tercer caso, remítome a una experiencia personal, que puntualmente ilustra el inicuo retiro del derecho a votar. Presa de la inseguridad que campea en las calles, fui despojado, después de un asalto a mano armada, de mis precarias pertenencias personales. Evidentemente, lo más valioso que extravié tras el incidente fue la cartera con Credencial de Elector incluida. Cuando quise solicitar una reposición en el módulo correspondiente, me negaron la tramitación pretextando improcedencia por razón del calendario electoral. Inquirí a la responsable: ¿O sea que no sólo me retiran mi derecho a la seguridad, sino que también me inhabilitan el derecho político más elemental –aquel de votar? La señorita me miró perpleja, y espetó: “Pues obviamente sin credencial no puede votar”. Pensé: lo bueno es que se preocupan por inculcar la asistencia a las urnas.

 No importa cuán extraordinariamente limitado es el alcance político-social del voto ciudadano, lo cierto es que ni esta desteñida concesión está dispuesta a respetar la decadente autocracia nacional.

sábado, 28 de abril de 2012

Empresarios Incómodos II

Dos casos sin aparente relación alguna. Por un lado, la publicación por parte del New York Times de una investigación sobre el grupo Walmart de México, en la que se afirma que el conglomerado de tiendas de autoservicio pagó sobornos en prácticamente todo el país, con el objeto de hacerse de determinadas concesiones al momento de establecer sus tiendas. Por otra parte, el anuncio por parte de la presidenta argentina de nacionalizar las acciones que la empresa petrolera Repsol (de propiedad mayoritariamente española) mantenía en la compañía petrolera argentina YPF.

Walmart, catalogada por la revista Fortune (publicación dedicada a la glorificación del capital y sus representantes) como la mayor empresa del mundo. Una empresa "modelo", que basa todo su éxito en la aplicación de tres sencillos principios: pagar poco a sus trabajadores (los salarios que pagan a sus "asociados" - nótese el elaborado eufemismo utilizado por la empresa para definir al esclavo moderno - son ridículos); pagar aún menos a sus proveedores (importando mercancía a insultantes precios desde China, India y Centroamérica), y minimizar sus costos de instalación y operación mediante la ayuda de gobiernos solícitos.

Este último punto se hace evidente tras la publicación referida, que afirma que Walmart México pagó sobornos hasta por 24 millones de dólares a diversos agentes políticos en nuestro país, a cambio de "desvanecer objeciones y facilitar las aprobaciones ambientales de sus proyectos y obtener, en pocos días, permisos que normalmente costarían meses de trámites".

El crecimiento de la empresa norteamericana ha sido impresionante: en cuestión de una década pasó a contar con más de seis mil tiendas en todo el mundo, la mitad de ellas en Estados Unidos, controlando una tercera parte de la venta de alimentos en el vecino país. En el nuestro existen más de 800 tiendas, cifra que sigue creciendo. Cada tienda que se instala ha traído consecuencias graves, entre ellas la quiebra de todos aquellos negocios que se ven simplemente imposibilitados de competir contra el gigante.

Por su parte, YPF, constituida a principios del siglo pasado como una empresa estatal, fue privatizada en 1992 tras la imposición del modelo neoliberal como paradigma económico en todo el mundo. La pequeña empresa Repsol se hizo con una buena parte de las acciones, convirtiéndose al poco tiempo en una de las mayores petroleras privadas del mundo, a partir de su intervención en varios países de América Latina (un cuento de más de 500 años).

Tras al anuncio la semana pasada de la nacionalización de las acciones de Repsol, la condena internacional no se ha hecho esperar. "Estos actos no quedarán impunes", vociferaba el presidente de la petrolera cuál gángster de película. 40 países han denunciado a Argentina ante la Organización Mundial de Comercio. En la agonía de su mandato presidencial, también Felipillo pone el grito en el cielo, ignorando por completo la Constitución que jura defender, esa que señala la autodeterminación de los pueblos y la no intervención en asuntos extranjeros.

Si bien parecen tener poco en común ambas situaciones, la realidad es que ambos casos son expresiones de un mismo sistema económico que funciona a escala global, un sistema en el que los intereses nacionales, el bienestar de la población y la propia dignidad humana están supeditados al poder del dinero. La única lógica que parece tener sentido en este mundo es la del lucro y la acumulación, disfrazada de competitividad, productividad y demás eufemismos, así sea pasando por encima de cualquier tipo de contemplación moral o política.

Las premisas están claras: los derechos de las grandes empresas transnacionales y de los pocos dueños del dinero están por encima de cualquier otra cosa, soberanía nacional incluida. Al resto de los mortales nos corresponde trabajar para ellos bajo salarios y prestaciones de risa. A la poca clase media restante le corresponde cargar con el grueso de la recaudación fiscal, mientras que aquellos privilegiados gozan de grandes concesiones en la materia, todo en aras de la nueva panacea universal: el crecimiento económico. A la receta se le agregan gobiernos a modo, dispuestos siempre por módicas cantidades a favorecer a quién tenga con qué pagar, y tenemos un modelo económico que nos tiene precisamente donde nos encontramos hoy.

miércoles, 25 de abril de 2012

El futuro del sueño bolivariano tiene sólo un escollo: la sumisión de México a los EEUU.

La reciente sexta Cumbre de las Américas demostró claramente que los EE.UU. han perdido presencia y capacidad para imponerse como el factor decisivo en el futuro de la región. Las derrotas militares en Irak y Afganistán han llamado más la atención que el declive de su presencia en Latinoamérica, que me parece mucho más significativo en términos geopolíticos, tanto  por sus enormes reservas de recursos naturales y por ser el espacio geográfico en el que se aplicó el espíritu del Destino Manifiesto, clave para que EEUU se convirtiera el centro del sistema mundo por más de tres décadas.

En la opinión pública internacional es común hoy encontrar opiniones que apunta al reconocimiento de la decadencia yanqui; la pregunta recurrente no es ya si EEUU está en decadencia sino que región lo sustituirá y sobre qué bases. El realineamiento de los integrantes del sistema mundo es hoy el acontecimiento geopolítico que más llama la atención de especialistas, políticos y periodistas.

En este sentido, la sexta Cumbre de las Américas fue calificada por algunos observadores especializados como una revuelta generalizada contra el liderazgo de EEUU, particularmente contra la cuestión del manejo del narcotráfico como en la producción de armas y entre países como Brasil y la India. Si se acepta que el control de la guerra contra el narcotráfico y los acuerdos militares -como el Plan Colombia o el Plan Mérida- así como el monopolio de la producción de armas en el continente representan dos de los mecanismos más importantes para el mantenimiento de la dominación yanqui en la región no queda más que reconocer que la debacle es real e imparable.

Raúl Zibechi propone cinco razones para explicar el deterioro del control de EEUU en la región latinoamericana: el fracaso de la política antidrogas y el bloqueo a Cuba; el debilitamiento de la OEA y el fortalecimiento de UNASUR; la pérdida de su liderazgo comercial, sobre todo en; el crecimiento de las inversiones de China; y el fin del monopolio de las alianzas militares. (La Jornada, 20-04-12) Ante semejante escenario, el analista uruguayo define una perspectiva poco halagadora para la vigencia de la doctrina del Destino Manifiesto en su otrora patio trasero.

Las razones expuestas no son tendencias en formación si no hechos consumados. Pero me parece que hay un obstáculo evidente en el realineamiento geopolítico de nuestra América (José Martí dixit): el vergonzoso sometimiento de la clase dominante en México a la precaria hegemonía yanqui. Resulta doloroso observar cómo mientras en Sudamérica está en juego un proyecto para que las naciones puedan definir con mayor grado de autonomía su futuro, en México los dueños del dinero (y sus intelectuales orgánicos)  sigan empecinados en amarrarse a una economía en declive con el objetivo de subsidiarla, a costa del empobrecimiento y el aumento de la violencia generalizada, a cambio de migajas.

Habrá que asumir que el sistema mundo está cambiando por lo que resulta fundamental empezar a mirar hacia el sur y dejar de mirar sólo al norte. Con esto no quiero decir que hay que ignorar a los EEUU si no que es indispensable redefinir nuestra relación. El proyecto histórico geopolítico original para nuestra América en el siglo XIX no era seguir sometidos a Europa o aliarnos a los EEUU para cambiar al amo. El proyecto original era fortalecer las alianzas entre los pueblos latinoamericanos para ofrecer un frente común contra el colonialismo. Lo dijeron Bolívar y Martí. De ello depende que México y el resto de los países latinoamericanos salgan del hoyo en que están metidos hoy para construir  una perspectiva esperanzadora para los próximos cien años.

viernes, 20 de abril de 2012

AMLOfobia. Respuesta a Ciro Gómez Leyva

Poco acostumbrado a entrar en querellas dialécticas con los colegas columnistas, en esta ocasión he de infringir este principio para sacar a luz un asunto que amerita una atención especial, que precisamente en el marco de las elecciones en puerta cobra un relieve mayúsculo: a saber, el histérico temor que provoca entre las élites y consortes, la participación de la sociedad en los asuntos públicos, no importa cuán fútil e incoloro resulte este ejercicio de derechos políticos. En México, los círculos que retienen el poder no contemplan ceder siquiera un ápice a los sectores mayoritarios de la población. La figura de López Obrador ilustra claramente este aspecto referente a la intransigencia del poder en México. Desde diversas trincheras, y con base en una baraja de tácticas manipulativas (donde ocupan un lugar privilegiado las encuestas), la elite nacional ha procurado desalentar, obsesivamente, la participación ciudadana en los próximos comicios, calculando que el “voto duro” del PRI alcance para colocar en el poder al niño de oro del grupo Atlacomulco.

Sólo en un sistema volcado al conservadurismo más reacio, derechizado hasta la médula, se puede explicar que un político de las características de AMLO, de perfil ideológicamente moderado, represente una amenaza potencialmente desestabilizadora para el orden imperante. El artículo de Ciro Gómez Leyva, que lleva por título “El final de López Obrador”, pone al descubierto la angustia latente de los sectores que preconizan subrepticiamente la “desnacionalización” de la nación, y apoyan sin recato la candidatura del abanderado priista; marioneta cuyo ventrílocuo (EE.UU.) sigilosamente se posiciona tras la parafernalia electoral. Véase el argumento marcadamente proselitista de Gómez Leyva: “Lo cierto es que [AMLO] hoy está a 34 puntos de Peña Nieto. Esa distancia… significaría unos 16 millones de votos de diferencia… Soy un fervoroso de la lógica electoral [sic]. No hay posibilidad de que remonte 34 puntos…”. Y profetiza caprichosamente: “Es el final de López Obrador. Y creo que él lo sabe”.

Un proyecto que comenzó a instrumentarse hace cerca de 30 años, sujeto a las veleidades de la potencia contigua, define todavía en la actualidad el curso de la vida pública en México. Todo aquello que se interpone en la materialización de este proyecto, aunque fuere mínimamente divergente, es objeto de las más forzadas técnicas de satanización, o bien, como deja entrever el argumento de Gómez Leyva, de manipulación. El principal depositario de esta avalancha de improperios ha sido el controvertido político tabasqueño. El credo neoliberal no acepta “rebeliones en la granja”. Andrés Manuel, un hombre que habita, como el resto de los candidatos, entre los miasmas de la descomposición institucional, liberal juarista de cuño, encarna, por increíble que parezca, un auténtico peligro para la continuidad de un proyecto regional que lidera Estados Unidos, y que México acata pasiva y servicialmente. La consigna es la misma que hace seis años: a saber, que en México la oposición nunca llegue al poder, aunque presuma de un discurso conciliatorio.

Visiblemente temerosos ante la posibilidad de que la gente salga a votar, las figuras más “preeminentes” de la opinión pública se ocupan de inyectar apatía y desincentivar a los votantes. Ya no más alocuciones difamatorias: la nueva estrategia es más “amable”, aunque no por ello menos indecorosa. Gómez Leyva es el primero en manipular la intención de voto. Nótese, por último, cuan sutilmente sepulta las aspiraciones de AMLO y sus simpatizantes: “Coincido… en que su inexorable derrota en julio no tiene por qué marcar el término de su actividad política, de su lucha social… No creo, en cambio, que las circunstancias le reserven una tercera oportunidad [¡sic!] para buscar la Presidencia de la República”.

El miedo no anda en burro, Ciro.

jueves, 19 de abril de 2012

Perlas electorales: hay que conspirar para ganar elecciones.

Y sigue la mata dando. El sábado pasado, 14 de abril, la candidata del PAN (no digo de la derecha porque se presta a confusión) soltó una perla digna de la histórica tradición de los conservadores en nuestro país. Desde el siglo XIX, los conservadores utilizaron una y otra vez la conspiración como eje de su dinámica política. Siempre temerosos de las clases peligrosas la oligarquía terrateniente, en estrecha colaboración con la nomenclatura católica, procuró mantener en secreto sus maniobras políticas para mantener sus privilegios, ya sea utilizando a militares ambiciosos como Antonio López (mejor conocido como Santa Ana) o aliándose con potencias europeas. Pero siempre de espaldas a la población.
Se podría argumentar que esa era la dinámica de todos los actores políticos mexicanos en el siglo XIX pero en el siglo XX los conservadores siguieron utilizando semejante recurso, como cuando asesinaron a Álvaro Obregón o cuando conspiraron con el Vaticano para echar a andar la rebelión cristera -hoy legitimada gracias a la beatificación de curas que empuñaron las armas.
Para mantener la tradición en el siglo XXI y en tierra cristera (León, Guanajuato), Vázquez Mota “… en tierra de rebeldes, convocó ‘a una conspiración’ para que el PRI no recupere Los Pinos ni el gobierno del estado.” (Jornada 14/04/12) En su desesperación para no quedar como la candidata panista que le devolvió a los priístas la presidencia de la república, la candidata incómoda (sobre todo para las mujeres mexicanas pero también para el señor de Los Vinos) apeló al recurso más preciado de la tradición política que abandera: la conspiración.
Me parece altamente significativo que Chepina utilizara la palabra conspiración, que significa, palabras más palabras menos, la unión de varios sujetos contra un superior para arrebatarle el poder o contra un particular para hacerle daño. Las teorías conspirativas buscan explicar un hecho sucedido o por suceder en base a supuestas circunstancias que son ocultadas a la opinión pública. Aquí el poder superior no sería el PRI (a pesar de que los priístas se creen superiores, sobre todo de sus gobernados) sino las leyes electorales y los votantes. Pero lo más importante es que la conspiración se caracteriza por el hecho de ocultar, de actuar en lo oscurito para lograr fines ´democráticos´, de burlar las leyes en privado y defenderlas en público.
Que una candidata registrada y consciente de los límites impuestos por la Constitución se atreva a convocar públicamente a una conspiración resulta una perla digna de la decadencia de la democracia electoral y las campañas en curso. Lo que revela es algo que ya sabemos y que hemos sufrido en carne propia por décadas: los políticos y gobernantes ocultan sistemáticamente las intenciones de sus actos con verborrea políticamente correcta. Es el caso de su insistencia por llevar a cabo las reformas ‘estructurales’ necesarias, según ellos, para aumentar el empleo y el bienestar de la población, cuando en realidad es simplemente un traspaso de recursos públicos a manos privadas por una módica comisión, of course.
No queda más que agradecerle a Chepina su franqueza al convocar a una conspiración para ganar las elecciones. De ese modo, la candidata del PAN refrenda las rancias convicciones conservadores que la inspiran y que son consustanciales a la corriente conservadora que encabeza. Nada nuevo bajo el sol.

martes, 17 de abril de 2012

Empresarios incómodos

De cara a las próximas elecciones, la última atracción del circo es la publicación por medios electrónicos de un vídeo que se ha distribuido ampliamente en los últimos días, titulado Niños incómodos exigen a candidatos. Por si no le ha visto, se trata de un video en el que se pone de manifiesto parte de la realidad cotidiana de nuestro país: asaltos, epidemias, secuestros, corrupción, políticos inútiles, manifestaciones, enfrentamientos armados, represión, migración, tráfico de personas, etcétera. La novedad y lo que ha desatado polémica barata, es que dicho video es actuado por niños, finalizando con un mensaje dirigido a los candidatos a la Presidencia: “se acabó el tiempo, México ya tocó fondo; ¿sólo van a ir por la silla o van a cambiar el futuro de nuestro país”?

El análisis del video es complicado, puesto que la reacción natural ante el mismo, especialmente al ver a pequeños representar acciones que se han vuelto cotidianas en la descompuesta realidad social de nuestro país no puede ser sino darle la razón a los niños y su mensaje: el país está de cabeza y seguir por el mismo rumbo no puede llevar a nada bueno.


Como suele ocurrir, la discusión ha caído en lo ridículo. La respuesta de nuestros brillantes representantes ha sido de indignación. No por la violencia en sí a la que se hace referencia, sino por el hecho de que sea representada por menores de edad. Se trata de una violación a los derechos de los menores, argumentan.


Sin embargo, las implicaciones del mismo van más allá y pueden ser analizadas desde distintos ángulos.


Por un lado, las imágenes presentadas en el video muestran un claro sesgo electoral. Se hace referencia a la corrupción de funcionarios en clara alusión a personajes cercanos a López Obrador; se presenta una manifestación de maestros que se oponen a la evaluación de su desempeño y escenas que representan la famosa guerra contra el narcotráfico y la delincuencia organizada. El único partido (y por tanto, candidato) al que no se hace referencia directa es, coincidentemente, el que según todas las encuestas habidas y por haber, se encuentra por delante en las preferencias electorales, lo que nos lleva a otro punto. El mensaje último del video bien podría ser interpretado como decir que todos los candidatos son lo mismo, y que por ende no vale la pena votar. La abstención beneficiaría precisamente al mismo candidato.


Por otra parte, la organización responsable por la difusión del video, Nuestro México del Futuro, asegura ser “un movimiento social sin precedente a escala nacional que ha convocado a todos los mexicanos a expresar su visión sobre el México en el que les gustaría vivir”. La realidad es que, lejos de tratarse de un movimiento social, la organización representa a algunos de los empresarios con mayor influencia en el país. Nuestro México del Futuro es una iniciativa promovida por Grupo Nacional Provincial y respaldada por grupos empresariales como FEMSA y CEMEX, Fundación Televisa y universidades como el ITAM y la Anáhuac. Figuran también entre los integrantes de tan refinado grupo el Consejo de la Comunicación y el Consejo Coordinador Empresarial, quiénes en 2006 ya se encargaron de anunciarnos el peligro que representaba para México la candidatura de López Obrador (también utilizando la imagen de menores).


En fin, detrás del video de los niños incómodos se encuentra un grupo de adultos bastante bien acomodados, que se han visto beneficiados por décadas de un modelo económico y político en el que se hace su voluntad. En el video se omite mencionar que gran parte de la problemática del país se debe a empresarios que evaden impuestos.


Tal parece que, una vez más, se trata de una estrategia de publicidad y manipulación mediante la cual la elite empresarial de este país pretende influenciar de manera directa la agenda política del país. En 2006 se trató simplemente de que no llegara López Obrador a la Presidencia. Ahora, se trata de que llegue quién llegue, de preferencia con copete, se ponga a trabajar en las reformas que, según ellos, el país necesita. Claro que los principales beneficiarios de esas reformas serán nada más y nada menos que ellos mismos: reformas que el sector empresarial juzga necesarias, siempre con el ánimo de lucro en mente.

viernes, 13 de abril de 2012

Vivir mejor

“¡Órale hijo de tu puta madre! Dame la cartera. Y el celular. Tu también pendejo, no te quedes mirando. Apúrenle o les meto plomo a los dos. Aquí se los cargo la chingada”.

Algo que parecía un revolver, que amenazantemente apuntaba como un revolver, que sonreía con la atípica soberbia de un revolver, y que efectivamente era un revolver, se apoyaba con su fingida frialdad sobre mi sien. La noche de aquel viernes santo lucía particularmente lóbrega. La ciudad de México despedía su habitual tufo a podredumbre reciclada. Agazapados en el interior del auto, presas de la natural parálisis que asalta en momentos donde la vida coquetea fatalmente con la muerte, sin la menor esperanza de que algún héroe enmascarado acudiera a nuestro auxilio (menos un policía), apenas alcancé a articular: “Tranquilo hermano. Ahorita te damos las cosas…”

Yo esculcaba con aparente profusión mis bolsillos, procurando dejar lo más posible dentro de los mismos. El increpante extendía una mano a la espera de las ofrendas, mientras la otra mano sujetaba peligrosamente el arma de fuego. Mi acompañante, quien iba al volante, ponía a prueba su pericia en estos menesteres, aplicando, en el momento de más tensión, tácticas de marrullería fina. “Toma la cartera. Pero, neta, no traigo celular. Si quieres escúlcame”. Pero nada torpe el impasible asaltante, espetó: “Entonces dame el reloj… y la chamarra, cabrón. ¡Órale puto o aquí te mueres!” Obedientemente le entregamos una por una todas nuestras pertenencias. Mi escaso patrimonio personal quedaba en manos de un delincuente anónimo por la vía de la fuerza. La misma lógica que impera en el ámbito de la economía formal, pero en este caso sin retórica ceremoniosa.

Después de ocultar el arma, el villano desenmascarado profirió la última indicación: “Se me van derechito por la avenida. Y cuidado y se les ocurre soplar. Tengo su información personal. Voy y me los tuerzo en sus casas”.

Al día siguiente, ya de regreso en la ciudad de las flores, con escasos 20 pesos en el bolsillo y las tarjetas bancarias vacías, abordé un taxi con dirección a mi domicilio. A medio camino, alcancé a divisar a una mujer con bebe en brazos corriendo desesperadamente. “Ahí va el cabrón”, comentó el taxista, estirando el brazo para señalar a un hombre que huía de prisa con lo que parecía ser el bolso de la joven madre. “Cada vez está peor la inseguridad en Xalapa. Yo vengo de Chihuahua. Allá ya no se puede vivir. Aunque acá está casi igual. Yo me vine a Veracruz porque mi hermano me ofreció posada después de un incidente que tuve hace dos años. Mi esposa vivía en Chihuahua y yo trabajaba en el norte, en Houston. Teníamos ahorros en el banco que ascendían a 300 mil pesos. Y unos días antes de regresarme a casa de mi suegra, en Chihuahua, me habla mi esposa y me dice que el dinero desapareció. Que alguien había clonado la tarjeta y que habían retirado los 300 mil pesos íntegros. Y que además, el banco no se hacía responsable por montos de esa magnitud. Que no había manera de que nos repusieran el dinero. Literalmente, nos dejaron en la calle. Unos meses después del siniestro, me vine con esposa e hijos a vivir a casa de mi hermano. Y aquí estamos… Dándole”.

Ligeramente agobiado con todo lo que acababa de vivir y escuchar, decidí cambiar de ruta e ir a visitar a un amigo. Ya en su casa, conté a él y sus invitados el percance del asalto. A media narración, me interrumpe uno de ellos, visiblemente exaltado, y confiesa: “Hace dos semanas me asaltaron cinco cabrones. Se bajaron de una camioneta, me apuntaron con un cuerno de chivo, me metieron una rastriza con macanas y se llevaron las pocas cosas que traía conmigo. Pero la verdad tuve suerte. Los güeyes se pelaron cuando vieron a un taxista merodeando. Si no, seguramente me hubieran levantado. Y ve tu a saber si estaría contando ahorita la historia”.

miércoles, 11 de abril de 2012

El TLCAN y la obesidad en México

Después de 18 años de operación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte las consecuencias parecen ser más negativas de lo que se pudo haber pensado en 1994. En ese momento algunos analistas (los menos porque la mayoría de ellos festejaban nuestra entrada al primer mundo) señalaron algunos de los problemas que provocaría semejante acuerdo. Entre los más importantes estaban la pérdida de la soberanía alimentaria, financiera y comercial que en conjunto someterían aún más la economía mexicana a los objetivos de Wall Street. Sin embargo, las consecuencias negativas después de casi dos décadas de vigencia van mucho más allá de consideraciones económicas o políticas y tienen que ver con cuestiones como la salud pública.

Un estudio elaborado por el Instituto de Políticas de Agricultura y Comercio, ubicado en los EEUU, señala que entre 2000 y 2006 el problema de la obesidad y el sobrepeso en México se ha incrementado en un 12 por ciento, debido a la proliferación de productos procesados, con altos contenidos de azúcar y grasas, provenientes de la industria alimenticia estadounidense. El Dr. David Wallinga, uno de los responsables de la investigación asegura que “Mientras el panorama alimentario en México se asemeja al de Estados Unidos, con más refrescos, carnes procesadas y botanas con altos niveles de grasa y dulcificantes, no resulta sorpresivo que la lucha contra la obesidad en México y sus factores de riesgo –diabetes, derrames cerebrales y enfermedades cardiacas– también se haya americanizado(La Jornada, 06/04/12)

Para darnos una idea de las proporciones del problema, el estudio afirma que el incremento en la energía diaria promedio obtenida de grasas en nuestro país aumentó de 23.5 por ciento a 30.3 por ciento; en un 6.3 por ciento en los carbohidratos refinados; y en 37.2 por ciento en el consumo de refrescos. Es tal el dominio de nuestros ‘socio’ comercial que “… controla el 98 por ciento del mercado de importaciones de productos ‘listos para comer’ y otros procesados como el de botanas procesadas”(La Jornada, 06/04/12) Pero además de la invasión de productos chatarra, México ocupa el tercer lugar en inversión directa estadounidense en el sector alimentario, lo que no deja lugar a dudas de lo atractivo que resulta para las industrias de alimentos procesados estadounidenses por la enormes ganancias que genera.

Como consecuencia de lo anterior, el crecimiento de empresas en México como Mc Donald’s o Wal-Mart se ha disparado en los últimos años. Por ejemplo, el número de tiendas de Wal-Mart, entre 1993 y 2001, ha pasado de 114 a 561 tiendas mientras que hoy por hoy Mc Donald´s posee más de 500 puntos de venta en 57 ciudades de nuestro país. No podría faltar aquí el apunte de un economista políticamente correcto, o sea, neoliberal, que dijera que hay que esas inversiones generan empleos y en eso coinciden presidentes municipales como el de Xico, para no ir más lejos. Pero tal argumento pasa por alto el hecho de que esos empleos están pésimamente remunerados, con largas jornadas laborales y sin derecho a la formación de un sindicato para la defensa de los intereses de los trabajadores. Asimismo, negocios con una visión depredadora y monopólica como Wal-Mart, provoca al cierre de innumerables comercios medianos y pequeños que no pueden competir en la guerra de precios que impone la transnacional, lo que provoca desempleo no sólo por el cierre de comercios sino por la contracción de la economía local pues Wal-Mart compra la mayoría de sus productos en China.

Resulta terrible ver cómo las y los mexicanos gastamos en comida chatarra y, al mismo tiempo, el incremento en el gasto social para la atención de la obesidad, la diabetes y enfermedades cardiovasculares. Por ello insisto en la idea de que hay que eliminar -no revisar como dicen algunos- el TLCAN porque nos perjudica mucho más de lo que nos pudiera beneficiar y las consecuencias las estamos pagando todos.

miércoles, 4 de abril de 2012

Perlas electorales: La clase media emergente.

Ahora que han arrancado las campañas electorales y para evitar caer en análisis ´serios´ que sólo ocultan la realidad y ponen de mal humor a cualquiera por el despilfarro y el cinismo de los actores principales del proceso, no estaría de más reírse un poco a sus costillas seleccionando declaraciones que demuestren la farsa de las elecciones de este año. Dada la diarrea verbal que tendremos que consumir en los próximos noventa días habrá material para aventar pa’ arriba que nos haga el trago menos amargo.
El que se ganó de calle el primer lugar esta semana fue el ahijado de la Gordillo. El ecologista Gabriel Quadri, en su afán por dar golpes mediáticos que le permitan soñar con obtener el 2% de los votos, se aventó la puntada de decir que los mexicanos no son pobres sino clasemedieros emergentes. Al visitar un predio irregular en una barranca de la delegación Álvaro Obregón del Distrito Federal, el Groucho Marx de las elecciones presidenciales (a poco no le recuerda al inmortal cómico estadounidense: bigote, lentes y nariz; sin mencionar su afecto por el sarcasmo) dijo sin rubor que ya “Basta de seguirnos considerando como una nación pobre…” y abundó, con cifras y datos, que las familias pobres pertenecen “a la clase media baja que está emergiendo”
A pesar de los datos producidos por la ONU, del PNUD, de la OCDE y demás representantes de la ciencia de la pobreza, Groucho Quadri no tiene empacho en negarlos para motivar a la gente que vive en las barrancas del DF a que, gracias a que no los califica de pobres, voten por él. Insiste en que es “gente que trabaja (aunque sea limpiando vidrios o pepenando latas de refresco), que tiene su casa (sin papeles, sin piso, sin agua, luz o drenaje. Con riesgo de ser barridas por un deslave o arrasadas para construir un edificio ‘inteligente’) una televisión, coche (¿BMW, Audi, Mercedes o cuando menos un Tsuru?), va la escuela (¿será a la Ibero, UNAM, Tec de Monterrey?) y tienen empleo aunque sea en la informalidad (o sea, sin seguro social, pensión, antigüedad, salario digno). Es mentira que los mexicanos que habitan en estas zonas sean pobres, es clase media emergente” (El Universal, 04-04-12) Supongo que es emergente ya que espera pacientemente en su miseria a que un clasemediero se muera para sustituirlo.
La verdad es que resulta imposible no reírse de la imaginación del flamante candidato a la presidencia por el PANAL. Pero no anda tan perdido, pues las campañas electorales tiene por objetivo persuadir, que según la Real Academia Española significa: Inducir, mover, obligar a alguien con razones a creer o hacer algo. Esto quiere decir que persuadir no significa convencer con argumentos verdaderos sino simplemente obligar a la acción, de preferencia sin una reflexión previa, difundiendo creencias ‘razonables’.
De todos modos la palmadita en la espalda a los supuestos miembros de la clase media emergente no necesariamente funciona. Uno de los asistentes reaccionó con sorna a la verborrea del candidato al afirmar: “… somos pobres de una casa pobre, pero pudientes” La psicología barata como recurso electorero más parece un acto de desesperación que un curso posible de acción. Esto porque según el Groucho del Panal considera que “Esa idea de recalcar que los mexicanos somos pobres no es algo que nos convenga en términos de sicología colectiva, (sobre todo porque es una calumnia difundida por el comunismo internacional y los enemigos de México) hay que luchar contra ella (de preferencia ignorándola), hay que decir que somos ciudadanos trabajadores y queremos salir adelante, como ustedes.” (La Jornada, 04-04-12) Menos mal que se me acabó el espacio.

martes, 3 de abril de 2012

Claves para la crítica de la democracia liberal


Cuando uno se aventura en la crítica a la democracia liberal se enfrenta con un problema delicado pues los que se oponen inmediatamente nos recuerdan que sin las instituciones liberales volveríamos al fascismo y la barbarie. Creo que ese argumento es débil y manipulador de la historia. Nos dicen que eso fue lo que hicieron Hitler y Mussolini, con las consecuencias del caso. Pero lo que no dicen, es que esos "monstruos" de la historia fueron apoyados y aplaudidos por los mismos que ponen a la democracia como un fin y no como un medio. Caca Cola inventó la Fanta para seguir vendiendo su veneno en la Alemania nazista y IBM le rentó las computadoras y diseñó los programas para organizar la matanza de judíos, gitanos, polacos, húngaros, rumanos y demás 'razas' indeseables. Es decir, los dueños del dinero defienden la democracia mientras les conviene pero en cuanto ésta no les favorece no dudan en dar golpes de estado y matar a quien se oponga a su labor 'civilizadora'.

En este sentido, una primera clave para construir una crítica de la democracia liberal (¿habrá otra en operación?) sería definirla como un medio y no como un fin en sí mismo. La democracia como un medio para lograr un objetivo sencillo y a la vez gigantesco: establecer condiciones sociales, económicas y políticas para que todo ser humano pueda elegir su destino, en el marco de principios comunes. En el caso de que la democracia no contribuya a generar tales condiciones no habría más remedio que aceptar que es sólo un fetiche muy útil para ocultar una realidad que cada vez nos aleja más de la posibilidad de elegir.


La crítica de la democracia liberal se impone entonces como una obligación para todos aquellos que consideran fundamental reinterpretar el mundo para iniciar un cambio verdadero del mundo en el que vivimos. Es evidente que hoy todos los actores políticos y económicos así como buena parte de la ciudadanía considera a la democracia como un ícono de la libertad y la igualdad pero el hecho innegable es que después de que en México, por ejemplo, se vivió una trans(a)ición política que supuestamente amplió la presencia de mecanismos democráticos para la convivencia social el país, hoy por hoy, es más pobre y mas acotado en el ejercicio de sus libertades que antes. La guerra civil iniciada por el enano de Los Pinos (enano no por su estatura física sino ética y política) es una clara muestra de cómo los poderosos no vacilan en militarizar el país para mantener sus privilegios con el cinismo de decir que la guerra se justifica precisamente para salvar a la democracia. ¡Hágame usted el favor!


Así las cosas, la defensa histérica de la democracia por los políticamente correctos intelecutales del poder resulta más una defensa de los intereses de unos cuantos que el medio para lograr la libertad de elegir para la inmensa mayoría de los habitantes del mundo. Este hecho, insisto, nos obliga a pensar en la mejor manera de enfrenta el fetiche de la democracia liberal y sustentar una crítica que debilite sus bases ideológicas y evite ser emparentados con el fascismo y las propuestas totalitarias. Para los liberales, el atacar la democracia representa el pecado político por excelencia por lo que si queremos debilitar al liberalismo y sus conceptos decadentes, como estado de derecho, democracia y soberanía popular, habrá que empezar por ridiculizarlos mostrando la enorme distancia que hay entre las promesas de la ideología liberal -históricamente agotadas- y la realidad social. Pero al mismo tiempo, habrá que proponer conceptos que los sustituyan, que nos permitan reinterpretar el mundo y mirar a la cara del pasado y el presente. Ese es el reto, reinventar el mundo para que, como sostienen los neozapatistas, quepan muchos mundos.


Sobra decir que abordar semejante tarea puede tener variadas consecuencias, desde el escarnio o la indiferencia, hasta las típicas acusaciones de ser un argumento primitivo, utópico, fascista o de plano simple y llanamente ignorancia supina. Pero también a la soledad, a la desconfianza de la mayoría de los colegas, conocidos y 'compañeros de trabajo'. Habrá que cargar con el estigma que mejor acomode a las buenas conciencias y remar contra la corriente con las consecuencias emocionales del caso. Pero la verdad, prefiero cargar con eso que seguir cerrando los ojos para, como la avestruz que mete la cabeza en la arena, rogar para que los problemas se arreglen por si mismos o peor aún, los arreglen los mismos que los provocan de manera calculada para seguir montados en el macho. En todo caso, hay cada vez más personas que estarán de acuerdo en que es necesario actuar y romper con inercias ideológicas caducas. Ha ellos me dirijo hoy y siempre.