domingo, 26 de febrero de 2012

Paréntesis

A continuación, un pensamiento de Tomás Moro. En nuestra triste época, muchos pasajes de Utopía -libro que, por cierto, cumplirá quinientos años de existencia en 2016-, lejos de parecer ajenos y de sonar anacrónicos, son más vigentes que nunca.

"¿No es ingrata e inicua la república que se muestra tan generosa con los nobles -que así les llaman-, con los banqueros, con los usureros y con otros de los que nada hacen, mientras no cuida de los campesinos, carboneros, peones, carreteros y artesanos, sin los que jamás existiría ninguna república?"

sábado, 25 de febrero de 2012

El ogro electoral

La fiesta grande de la pantomima democrática promete ser igual o más obscena que las ediciones anteriores.

La guerra es una de las variables inéditas en la contienda electoral venidera. La presencia de mujeres, a modo de caballo de Troya, es otra de las novedades para la celebración de los comicios. En el caso de los votantes, acaso lo único nuevo es la participación de familias mutiladas. En las próximas elecciones, la asistencia a las urnas en familia prescindirá del tono festivo-cívico que teñía las jornadas electorales en el pasado. Otra variante relativamente nueva, al menos en cuestión de incidencia, es la importancia que han cobrado las casas encuestadoras, especialmente para la manipulación de la percepción pública. En el papel, su función es medir la intención de voto. En la práctica, su misión es controlar la intención de voto en provecho de uno u otro candidato. Para ser francos, las encuestas constituyen más bien un contrapeso frente al factor acaso más incomodo para la troika partidaria: las redes sociales en internet. Si la comunicación ciudadana vía internet puede, eventualmente, cambiar la intención de voto, las encuestas, en cambio, con el soporte de los aparatos propagandísticos, pueden manipular a gran escala las preferencias de un electorado de por sí adiestrado.

Por añadidura, para las próximas elecciones los partidos tendrán más presupuesto disponible que nunca. La última reforma electoral sólo sirvió para centralizar más los recursos entre los partidos políticos, al captar los recursos que otrora se destinaban a la radio y la televisión por concepto de promocionales. Si bien esta reforma limitó, sólo relativamente, el poder de los consorcios mediáticos nacionales, cabe advertir que el propósito real, aunque oculto, era canalizar más recursos financieros hacia los partidos (un incremento aproximado del 60%). En suma, para 2012 se calcula un presupuesto de 3 mil 370 millones de pesos a repartir proporcionalmente (de acuerdo a la votación de la última elección federal) entre los distintos competidores (MILENIO, 08-22-2011). Un monto que resulta insultante si se piensa que, cualquiera que sea el resultado final, los únicos vencedores serán los patrocinadores no-oficiales del candidato electo, a saber: Halliburton, Cargill, Exxon Mobil, Monsanto, Central Intelligence Agency (CIA) –boyante empresa de narcomenudeo–, Siemens AG, New Holland, Citibank, Grupo BBVA, Grupo Financiero Santander, Walmart, Nestle, Goldcorp Inc., CEMEX, Grupo Carso, Coca-Cola FEMSA, y un largo etc. En otras palabras, la familia mexicana, de por sí crecientemente pauperizada, financia con sus aportaciones la carrera al poder de las corporaciones, cuyo rostro visible son los aspirantes a la presidencia.

Estado, mercado transnacional y partidos políticos se articulan en torno a una misma causa: la conservación del poder, con fraude o sin fraude, “haiga sido como haiga sido”. Con un Estado de intimidación y terror a cuestas, la gente no piensa ni actúa disruptivamente. Al contrario, se hace más conservadora, se aísla, se ajusta a las circunstancias sin importar cuán tempestuosas sean. Las elecciones sólo sirven para brindar la sensación de cambio. Es una bocanada de oxígeno, especialmente para el poder, en una coyuntura social asfixiante. Y un alivio de conciencia para los estratos acomodaticios-aspiracionales.

Hemos pasado de un “ogro filantrópico”, como bautizó Octavio Paz al Estado mexicano, a un “ogro” a secas. O lo que es lo mismo, se transitó de una autoridad asistencial a una no-autoridad, esto es, a un cuerpo político amorfo cuya única función es coartar la integridad política de un pueblo en provecho de un poder no pocas veces anónimo e imperceptible, pero invariablemente anti-social.

Y nótese que este tránsito es una cortesía de la democracia y los procesos electorales.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Los aumentos a los militares promueven la discriminación social en México

Cuando se comparan los ejércitos de Latinoamérica y sus características principales salta a la vista una que ha sido la diferencia fundamental entre el ejército mexicano y, por ejemplo, el chileno. Las fuerzas armadas chilenas están claramente dirigidas por oficiales surgidos de los grupos sociales más poderosos del país mientras que el mexicano es heredero directo de la revolución mexicana y por ende un ejército formado de arriba abajo por sectores populares. Se puede afirmar entonces que los chilenos tienen un ejército de clase y los mexicanos un ejército de extracción popular.

Tal vez por ello, el golpe de estado en Chile en 1973 contó con la participación entusiasta de los militares para defender los intereses de la iglesia y las oligarquías sometidas a los Estados Unidos. Dada su composición, los militares chilenos no dudaron ni un solo momento para dar el golpe pues su razón de ser radica en la defensa de los poderosos. Y tal vez por ello, el ejército mexicano no tuvo la tentación de dar un golpe en México en los años de la guerra sucia o cuando estalló la crisis económica en los años ochenta.

Sin embargo las cosas parecen estar cambiando en el carácter popular de las fuerzas armadas en México pues el enorme aumento a su presupuesto puede empezar a generar a su interior una serie de intereses que eventualmente lo convierta en una institución más preocupada por mantener sus privilegios y poder político que en someterse al liderazgo civil y mantenerse alejado de la política. El aumento de 150% a lo largo del sexenio al sueldo de los soldados rasos, que será ahora $10,800 pesos -más del doble de lo $4,300 que ganaban - me parece una señal preocupante en este sentido. Si el 72% de los trabajadores percibe ingresos de hasta cinco salarios mínimos, el aumento en cuestión coloca a los empleados del ejército en una clara situación de excepción, lo que me parece una señal unívoca de discriminación ya que el salario es un derecho y lo que aquí tenemos es un hecho que confirma que el gobierno federal hace diferencias entre un trabajador y otro, negándole a la mayoría de los asalariados el derecho básico de contar con suficientes ingresos para vivir con dignidad.

El problema no es el que la tropa gane bien y que además goce de excelentes prestaciones como salud, educación para sus hijos, pensiones y demás sino que la inmensa mayoría de los que tienen a suerte de tener un trabajo formal, ni han tenido aumentos significativos ni mucho menos pueden acceder a buenas prestaciones desde hace décadas. De hecho la tendencia de la mayoría de los empleos en México es a la precarización, bajando su poder de compra y viendo cada vez más lejana la posibilidad de contar con las ventajas de las prestaciones sociales. Según datos del INEGI, de los 2.5 millones de nuevos empleos sólo el 16.1% tiene acceso a la seguridad social. Si a esto agregamos que casi el 30% de la población empleada trabaja en la informalidad se puede tener una idea más clara del problema.

El aumento fue, como dije arriba, a los soldados de bajo rango, lo que nos da una idea de lo que ganan los oficiales, no se diga lo generales. En este sentido, lo que se está propiciando es el ensanchamiento de las diferencias entre los trabajadores civiles y los que laboran en las fuerzas armadas. Este hecho puede conducir a una situación en la que los intereses de éstas estén más orientados a sus propias condiciones económicas y políticas que a las necesidades de la Nación en su conjunto. Las condiciones de excepción que gozan los integrantes del ejército y la marina –no sólo las económicas sino las políticas, como el fuero- podrían generar un espíritu de cuerpo ajeno a sus responsabilidades constitucionales. Por eso me parece muy peligroso que, en aras de mantener una alianza política entre el presidente y el ejército, se cree una situación que lo aleje de las causas populares y los intereses de la mayoría.

Al argumento utilizado por Calderón de que las actividades de los militares son vitales para la salud de la república, por lo que hay que pagarles bien, habrá que responderle sin titubeos que lo mismo puede decirse de un albañil, un médico, un maestro, etcétera. ¿Acaso no son ellos héroes sociales? ¿Acaso sólo aquellos que empuñan un arma son héroes? Pero lo que no se puede ignorar son las consecuencias de mantener en estado de excepción a los militares y además restregarles en la cara a los millones de trabajadores que ganan menos de cinco salarios mínimos, que sólo los militares merecen ingresos justos y seguridad social. Eso no es más que otra cara de la discriminación alimentada desde el poder político y que se oculta detrás de la cruzada que ha llevado al país a la situación en la que se encuentra. Para decirlos sin ambages, esta es otra clara muestra de la militarización de México.

sábado, 18 de febrero de 2012

Ocupa San Valentín

Oakland, California. Ciudad de característicos contrastes angloamericanos. Rascacielos que apuntan en la dirección del reino postrero, que miran desde lo alto a los desdichados, también aspirantes al edén celestial. Aquí los pobres son mayoría. Como muchas ciudades de la Unión Americana, Oakland es un compendio de cinturones de miseria. En estos lares, la tipología de la pobreza estadística, esa que reviste de cínica filantropía el discurso de los políticos, resulta inútil al observador, que atónito descubre la caducidad de la antinomia Primer-Tercer mundo. Centro y periferia se funden, recreando un teatro típicamente moderno: parias urbanos, de estirpes remotas, transitando somnolientos las vías de la opulencia de escaparate. Aquí la pobreza también tiene un color dominante: calles y avenidas son ocupadas por negros indigentes, de rostros fatigados, ausentes, que con gentil insistencia solicitan al transeúnte una modesta contribución. Extensamente conocida por su historial en materia de activismo político (nutrido por el radicalismo de Berkeley, ciudad contigua), esta urbe portuaria reúne los elementos embrionarios de la disidencia política. En su seno confluyen fuerzas que prefiguran la clásica situación de poder dual: formas dominantes de poder económico –corporaciones, franquicias deportivas, empresas punto-com, industria de electrodomésticos– y formas emergentes de poder político con acento comunitario. Occupy Oakland, pariente de Occupy Wall Street, es el eje aglutinador de la nueva resistencia.

Día de San Valentín. La ciudad lucía atípica. Más que un 14 de febrero, la atmosfera evocaba un 31 de octubre (Halloween). Broadway, avenida que los “ocupas” acordaron como punto de congregación, lucía extrañamente fantasmal. La visita de Lenny Kravitz a la ciudad no significaba nada para los más de 400 mil oaklandianos, aparentemente indiferentes con la causa de Cupido. En medio de un vacío sólo interrumpido por el tránsito intermitente de vehículos, un clamor unívoco intentaba, aún torpemente, cobrar forma.

No transcurrieron ni cinco minutos, cuando dos contingentes, cuyo número de integrantes era indiscernible, desembocaron intempestivamente en la avenida Broadway. Allí convergieron con otro centenar de manifestantes, formando una multitud informe, pronunciadamente heterogénea, que al canto de “We love Oakland” exhortaban a la gente a salir de sus casas.

Así daba inicio el trayecto de la marcha “Make love not war”. Por el altavoz, se urgía a las parejas y disparejas a besarse sin pudor en la calle, acción que tenía por objeto transgredir los códigos coercitivos del no-afecto-en-público insertos subrepticiamente en Estados Unidos. “Justice = Love in public”. Decenas de parejas, sin distingo de género, se arremolinaban a las afueras del edificio de la policía local para ensayar las más avanzadas formas de afecto políticamente incorrecto, frente a la mirada furibunda de los cuerpos policiacos, cuyos antecedentes represivos son especialmente escandalosos. “Fuck the police”.

En evidente repudio a las contiendas electorales, dos jóvenes sostenían un cartel con la siguiente leyenda: “Seleccione uno: amor o temor. El único voto que cuenta”. Al coro unísono de “Our love/ is free/ not made by a company/” (Nuestro amor es gratuito, no manufacturado por una compañía), la multitud prendía fuego a la bandera de Estados Unidos, recreando un linchamiento altamente simbólico. No pocos sonrieron con agrado.

Ya en las inmediaciones de la nueva plaza en “Uptown District”, los manifestantes daban por concluido el primer episodio de la marcha. La toma de las calles por asalto, era seguido por el acto lúdico-festivo-familiar de la noche: danza litúrgica, ritual milenario –baile y marihuana. Niños recostados boca abajo en la explanada, trazando con tizas de color los contornos de un corazón, acompañándole con leyendas ingeniosas inscritas alrededor.

“De Oakland para el mundo”. En múltiples pancartas aparecieron los nombres de países hermanados por la misma lucha: Egipto, Grecia, Túnez, España. San Valentín era tan solo la excusa para expresar solidaridad, y demostrar, festivamente, la fuerza de un movimiento de alcance internacional que no puede ser derrotado: su existencia es la antelación de otro mundo, previsiblemente menos jodido.

Antes de desalojar la plaza, una mujer se arrodilló sobre el piso, y con gis en mano escribió: “If the power of love does not outweigh the love of power, peace cannot exist”. (Si el poder del amor no se impone al amor al poder, la paz no puede existir).

Esa noche, Oakland inclinó la balanza en favor de la paz.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Chepina y los derechos de las mujeres


Finalmente se resolvió el proceso de selección en el PAN para elegir a la persona encargada de competir para la presidencia de la república. Para algunos fue una sorpresa; para otros la confirmación de la debilidad del inquilino de Los Pinos. Para un servidor representa, ni más ni menos, la expresión más clara de la manera en que los sectores fundamentalistas católicos (Yunque, Legionarios, Opus Dei) se han apoderado de un partido que nació laico, desconfiado de los fanatismos religiosos y que pregonaba -bajo el liderazgo de Gómez Morín- el respeto a la libertad individual por encima de credos e ideologías nacionalistas.

No cabe duda de que el desgaste del PAN en el ejercicio del poder político lo ha convertido en un partido que ha olvidado sus orígenes y que hoy ha perdido el rumbo y la misión que lo trajo a la vida institucional en nuestro país, echándose en brazos de los dueños del dinero. El triunfo de Josefina Vázquez Mota -la del apellido políticamente incorrecto en tiempos de la guerra contra las drogas- no deja lugar a dudas de lo anterior, no sólo por haberle pedido a sus correligionarios que antes de ir a votar en la elección interna fueran a misa sino porque a su paso por la Secretaría de Educación se esforzó para acabar con la educación gratuita y laica, pilar ideológico de la Nación.

En este sentido, la crítica a su perfil político no puede basarse en que sea una mujer, como de manera histérica lo manifestó Nino Baxin, líder del Congreso del Trabajo en el puerto de Veracruz, cuando irónicamente utilizó los argumentos de la derecha confesional para descalificarla. Y si no juzgue usted: “A la mujer le falta un poco más, aprender, meterse en cuestiones sociales. Porque al pedir equidad se olvidó de la familia, de los hijos” El machismo exacerbado no representa más que la ausencia de argumentos sólidos para la crítica de la candidata panista y un botón de muestra del alto grado de subdesarrollo de la nomenclatura priísta en el estado. No, la crítica debe apuntar a sus acciones y sus ideas, a su pertenencia a grupos políticos que han demostrado su odio a las libertades básicas del ser humano.

El triunfo de Chepina, insisto, demuestra la derechización del PAN ya que su triunfo obedece al apoyo de los sectores empresariales más conservadores y al Yunque, que tiene como finalidad, según su propio credo “…defender la religión católica y luchar contras las fuerzas de Satanás, así sea mediante la violencia (para) instaurar el reino de Dios en la tierra.” Si las mujeres mexicanas creen que votando por una mujer van a lograr avances en la defensa de sus derechos se equivocan rotundamente. Su alianza con los fundamentalistas católicos no va a ser puesta en riesgo para promover las luchas de las mujeres en contra de la discriminación, la violencia y la marginalidad. Muy por el contrario, pues en el remoto caso de que llegue a ganar, su gobierno se empeñaría en echar atrás los avances en materia de derechos de la mujer y de cualquier libertad que atente contra el monopolio católico de las conciencias.

Como bien señala Luis Hernández Navarro en su más reciente artículo de opinión, la táctica electoral de Chepina se concentrará en ocultar precisamente su antifeminismo y su conservadurismo para tratar de venderse como una defensora de la mujer y de sus derechos. Contando con que será la única mujer que compita por la presidencia, el discurso pro derechos femeninos parecería inevitable y natural pero falso. Si bien el machismo sigue vivito y coleando, como todos sabemos, muchos hombres no se van a animar a votar por una mujer para presidente. Sin embargo, habrá que seguir de cerca las preferencias electorales del sector más grande del padrón electoral: las mujeres.

lunes, 13 de febrero de 2012

Folklore político

Los prolegómenos de las elecciones en puerta perfilan, depuran, el curso que habrá de seguir lo que vulgarmente evocan como el “ejercicio democrático” por antonomasia: el voto ciudadano. El PAN festeja con bombo, platillo y falda blanquiazul la nominación de la virtual candidata presidencial, Josefina Vas Por Mota, mientras más de una fémina ciudadana, en un acto de ofuscamiento imperdonable, expresa su incondicional soporte a quien se perfila como la primera candidata en la truculenta historia de la democracia-plutocracia mexicana, sin advertir que el nombramiento de mujeres para competir en cargos mayúsculos de “elección popular” (nótese el veneno lingüístico), responde al más patriarcal de los cometidos: a saber, la utilización de la mujer a manos de los grupúsculos más reaccionarios en el poder, con el objeto de captar votos para la preservación de un sistema patriarcal-parroquial-autoritario altamente perjudicial especialmente para la causa de la mujer. Isabel Miranda de Wallace y Doña Josefina (la del apellido políticamente inoportuno) son las nuevas marionetas de un partido que sin vacilaciones ha cancelado el camino, en el caso particular de la mujer, para el goce de derechos y libertades fundamentales (iniciativa anti-aborto, oposición a la figura penal del “feminicidio”, negligencia para resolver el criminal caso de las muertas de Juárez, e indirectamente, a causa de su nefasta política bélica, promoción de la viudez u hogares “despadrados”).

El PRI, en cambio, prefiere la exposición sin ambages. Es como el gato perezoso que no cubre sus excreciones no obstante el hedor del premio. En el municipio de Chilapa de Álvarez, Guerrero, suman 709 intoxicados, entre niños y adultos, a causa de la ingesta de ricos tacos y tortas aderezados con estafilococos, paratifi y salmonela, alimentos que, cabe advertir, fueron repartidos entre los acarreados al acto político proselitista de un aspirante a “ocupa San Lázaro”. Ante la emergencia, y acaso en conmemoración al simulacro “AH1N1”, el pre-candidato priista Sergio Dolores Flores (¿o Dolores de Flora?), urgió a las autoridades sanitarias a efectuar un vigoroso operativo con las brigadas de Asistencia Médica y Epidemiología para auxiliar a los “damnificados”. Entre el centenar de pacientes con cuadros severos de diarrea, fiebre y vómito, es posible que más de uno se haya preguntado si los síntomas diarreicos no eran más bien a causa de las vomitivas prácticas electoreras del históricamente filantrópico Partido Revolucionario Institucional.

Luis Villoro explica: “Por definición, una asociación en que todos sus miembros están vinculados por la voluntad de realizar un fin es una comunidad”. En México, existe, por un lado, los partidos políticos, y por otro, una sociedad que lucha contra estos partidos para crear comunidad.

Circula el rumor que próximamente el refrán popular “No hay mal que por bien no venga” sufrirá una ligera enmienda, a causa de su nula autenticidad, al menos para el caso mexicano. Se contempla que ahora rece así: “No hay mal que del PRI-AN no venga”.

sábado, 11 de febrero de 2012

¿Qué es la horizontalidad en una organización?

Florent Marsellesi

Con el surgimiento del 15-M, la horizontalidad ha vuelto a ser un concepto motor en la construcción de nuevos movimientos sociales y políticos. Sin embargo, ¿qué entendemos por “horizontalidad”?

Al repasar algo de bibliografía, constato que se suele definir en negativo como oposición o rechazo a otros términos como la verticalidad o la jerarquía, puesto que, de forma consciente o no, entendemos mejor las implicaciones de tales conceptos que culturamente impregnan nuestras sociedades y nuestros cerebros. Asimismo, tanto en el espacio público (Estado, escuela, hospital, trabajo remunerado, etc.) como en el privado (como la familia), vivimos en un mundo principalmente jerarquizado donde en el mejor de los casos elegimos nuestra cadena vertical de mandos (la democracia representativa) o en el peor sufrimos una dominación no deseada (véase el parto medicalizado o el significado de la relación asalariada). Sin embargo, pocas veces encuentro definiciones en positivo de la horizontalidad. Con esta voluntad constructiva, definiré la horizontalidad de la manera siguiente: una profundización de la ética de la liberación, una actitud (y un camino) y un modelo organizativo.

La profundización de la ética de la liberación

André Gorz solía conceptualizar la ecología política como una ética de la liberación donde “la expansión de la autonomía [del sujeto] se halla en el centro de la exigencia ecologista. Ello supone una subversión de la relación de los individuos con sus herramientas, con su consumo, con su cuerpo, con la naturaleza” (1975). En esta óptica, desarrollada también por Illich y Castoriadis, la ecología política es una apuesta decidida por la autonomía del sujeto y por su capacidad de cooperar de forma voluntaria y en igualdad de condiciones con otros sujetos para oponerse a cualquier deriva liberticida e insostenible de las “mega-máquinas” mercantiles, estatales o tecnócratas y para construir alternativas concretas al productivismo actual.

De esta visión emancipadora nace la voluntad de poner en pie sociedades —u organizaciones— autónomas, hechas de individuos a su vez autónomos y cooperativos. Estas sociedades (u organizaciones) se convierten en ágora permanente sobre lo que es conveniente producir (y cómo), además siempre dentro de la capacidad de carga de los ecosistemas. Por esta razón, las empresas tendrían que ser controladas por sus personas empleadas, un partido o un sindicato por el conjunto de sus militantes y la esfera política por el conjunto de la ciudadanía. Es un llamamiento hacia organizaciones donde los sujetos autónomos no estén subordinados a ninguna estructura, ni órgano de ésta. En este tipo de horizontalidad también existen límites, pero no provienen de una autoridad superior (el Líder, el Órgano central, la Tradición, la Autoridad, etc.) sino que se basan en la deliberación y la decisión colectiva.

Una actitud (y un camino)

Encontramos en la educación horizontal una gran ayuda para conceptualizar la “actitud horizontal”. Esta rama educativa entiende la horizontalidad “como una disposición psíquica y social, interior y exterior al sujeto, en la cual ningún hombre y mujer anula la libre expresión de otro, de manera que todos pueden manifestarse sin hallar un obstáculo en el otro, sino más bien un apoyo para el propio crecimiento” (Santos, 2006). Así, primero, es una facultad del sujeto a vivir su libertad desde el encuentro positivo con la libertad de otras personas que a su vez, dentro una dinámica ganador-ganador, refuerza el propio desarrollo personal. Dicho de otro modo, “se puede concebir el aspecto interno (…) de la horizontalidad como una suerte de receptividad y apertura al otro.” Exactamente lo que los manuales de educación no violenta o de resolución pacífica de los conflictos aconsejan, respectivamente, a los padres y madres con su prole o a los negociadores con las partes en conflicto o con otros negociadores: respeto, escucha activa y empatía.

Además, en una organización social, política, sindical, etc. sus formas de proceder —es decir su actitud que la definirá y le dará credibilidad en el día a día— tienen que ser acordes en cualquier momento con los objetivos planteados. Obviamente no se puede llevar la paz o la emancipación con métodos violentos que sea aquí o en el Sur, no se puede enseñar a nuestros hijos el respeto desde la metodología de la bofetada, ni se puede pedir a las instituciones transparencia y participación sin aplicarlo internamente. Dicho de otro modo y parafraseando a Gandhi, podríamos decir que “no hay camino para la horizontalidad, la horizontaliidad es el camino”.

Un modelo organizativo

No se trata de un concepto totalmente nuevo: tiene mucho en común con —y hereda de— las teorías y las prácticas de la autogestión del sindicalismo de finales del siglo XIX, de los consejos obreros húngaros o de las experiencias post-68. Sin embargo, las posibilidades abiertas por las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC) y, sobre todo, por las dinámicas cooperativas en torno al conocimiento, la cultura y el software libres o en las actuales dinámicas post-crecentistas (colectivos de decrecimiento, de ciudades en transición, de cooperativa integral, etc.) aportan a la horizontalidad su plena capacidad como modelo organizativo. En las brechas del sistema, la propia existencia y praxis diaria de una organización horizontal son pruebas de insumisión y gérmenes de alternativa a la megamaquina técnica, económica y política.

Dicho esto, destaco algunas características de una cooperativa política funcionando sobre el modelo de la horizontalidad:

  • Trabajo en red: “La red” es ante todo una mentalidad y una forma de trabajar adaptada al siglo XXI: prima la inteligencia colectiva y la propriedad común, como puede ser la lógica cooperativa del software libre. Es una búsqueda de sistemas organizativos basados en la igualdad, la participación activa de todo/as y la voluntad de consenso. En esta estructura líquida y partidaria de la adhocracia, todos los miembros pueden tener autoridad para tomar decisiones y llevar a cabo acciones. Asimismo la fuerza de las redes, físicas o virtuales, reside en su capacidad de mover y mezclar personas y organizaciones de diferentes intereses o círculos, con compromisos flexibles según objetivos y afinidades, desde lo territorial a lo sectorial. Dicho así, no hay que confundir el uso intensivo de Internet (o de comunidades virtuales) con alcanzar una estructura en red presencial y virtual.
  • Flujos de información y transparencia: la información es poder, y el poder es compartido entre todos los miembros en igualdad de condiciones. Lo que significa que la información tiene que fluir en cualquier momento hacia todos los miembros del a organización sin exclusión, dentro de un marco que hace de la transparencia un pilar de su desarrollo. No solo requiere un fácil acceso a las fuentes de información sino una política activa personal y colectiva de transmisión de la información a todas las partes de la organización-red sin que ellas las tengan que pedir. Es también la capacidad de poner en marcha la información peer to peer, donde cada neurona se convierte en un nudo de información seguro para otras neuronas. Con unas reglas de juego claras y sin necesidad de un órgano central, la red valida la veracidad y legitimidad de la información.
  • Confianza multidireccional y cooperativa: tal y como lo desarrollo más en detalle en el artículo Reflexiones sobre la confianza en un partido horizontal, no solo se trata de una confianza undireccional desde las personas asociadas hacia los cargos (y órganos) electos sino también de una “confianza de todas a todas”. Tanto las personas electas como cualquier persona asociada “depositan” en cada una de las personas de la organización o de la red, con o sin responsabilidad interna o externa, la misma confianza. De esta manera, damos un margen de confianza a la inteligencia colectiva que emana de la conexión de nuestras energías y reflexiones.
  • El conocimiento libre: más allá de tener transparencia e información disponible para todas las neuronas, la inteligencia colectiva —es decir el resultado del trabajo cooperativo y en red (que va más allá de la suma de las individuales de la organización)—, pertenece a todos y todas. Decimos que se trata de una propiedad común, cuyo código fuente y posibles mejoras están en la organización, en la red o en el espacio público a un coste nulo.

En resumen, una organización horizontal es un nodo más de una sociedad que pugna por la “democracia de lo común” (véase Subirats, 2011), es decir que favorece los bienes comunes, la lógica cooperativa y la capacidad de compartir.

Referencias:

  • Gorz, A. (1975): Ecologie et politique, Galilée.
  • Santos, M (2006): “De la verticalidad a la horizontalidad, reflexiones para una educación emancipadora”, Revista de ciencias sociales y humanidades, enero-marzo 2006.
  • Subirats, J. (2011): Otra sociedad, ¿otra política? Del “no nos representan” a la democracia de lo común, Icaria Asaco.
En el blog de la autora: http://florentmarcellesi.wordpress.com/2012/02/06/que-es-la-horizontalidad-en-una-organizacion/

jueves, 9 de febrero de 2012

El destello del copete y la crisis del régimen


Una de las tendencias típicas de un régimen político agotado es el debilitamiento de la renovación de las élites. El promedio de edad de los integrantes del último gabinete de Porfirio Díaz, el de 1910, era de casi ochenta años. El porfiriato se mostraba así como un régimen caduco, imposibilitado por su debilidad interna a renovar a sus integrantes. De hecho, la principal bandera del maderismo (hoy recubierta de afanes democráticos) era precisamente la renovación de la élite política y no la posibilidad de que las mayorías participaran en la política, como hoy nos quieren hacer creer sus apologistas encabezados por Krauze y compañía.

La lista de los futuros candidatos de ‘unidad’ a las diputaciones federales del PRI recuerda precisamente ésa tendencia. El ‘partidazo’ no logra establecer un mecanismo que le permita renovar sus cuadros dirigentes con regularidad y más bien parece que se resigna a ser una organización cada vez más cerrada, aislada de la realidad nacional. Y con renovación no me refiero a una cuestión meramente generacional sino a la posibilidad de la aparición nuevas fracciones políticas que disminuyan el poder de las camarillas.

Y es que la diferencia, en términos formales entre una fracción y una camarilla es muy sencilla: la fracción está guiada por un proyecto político; la camarilla descansa en la lealtad a una figura política, en sus objetivos personales que están siempre definidos por la permanencia en el poder. Lo que se deja ver del reciente proceso de selección de candidatos confirma que la idea no es definir proyectos sino confirmar lealtades, cueste lo que cueste.

No es casual, en este sentido, que un dirigente partidista estatal declare cosas como “Es tal el destello de Enrique Peña Nieto, de la nueva fuerza del PRI, que hay varios distritos donde hay más de uno que aspira; posiblemente en el transcurso del día se pongan de acuerdo y si no, bueno la propia Comisión Nacional de Procesos Internos va a dictaminar”

¿A qué destello se refiere? ¿Al del gel que usa para peinarse el copete? Porque dada la pobreza intelectual de Peña resulta imposible pensar que Erick Lagos se refiera al de su inteligencia. Ahora resulta que el candidato iletrado, que fue impuesto con la clásica cargada no exenta de conflictos, inspira a militantes a competir entre sí para lograr una candidatura. Para rematar, el señor Lagos se sigue enredando cuando dice que en el remoto caso de que existan varios aspirantes, pues que se arreglen en lo oscurito. Ahora que si no se pueden arreglar pues que se plieguen a la decisión de la citada Comisión. Antier los que intentaron registrar su precandidatura sin contar con la bendición de las camarillas del partido fueron literalmente jaloneados para que no llegaran a la mesa de registro, según la nota publicada por alcalorpolítico.com el día 7 de febrero.

Seguramente en el resto del país este tipo de escenas se repitieron una y otra vez, demostrando que no nada más en Veracruz se cuecen habas. Las tendencias no están sujetas al capricho o a la voluntad de los actores políticos sino que responden a procesos históricos, a hechos sociales que no dependen de la interpretación sino de la simple observación. Las candidaturas de unidad son una clara muestra del inmovilismo político, de la falta de imaginación, de la ausencia de proeyctos. Demuestran sin ambages el agotamiento, la decrepitud no de un partido sino de un régimen político. Ni las matracas, ni los acarreos ni las declaraciones histéricas pueden cambiar la realidad; sólo ocultan un poco el tremor del hundimiento de la nave.

lunes, 6 de febrero de 2012

Respuesta al compa Carlos de Colombia

Desde Colombia el compa Carlos nos hace dos preguntas motividas por el texto de Rafael de la Garza Talavera Contrapolítica y movimientos antisistémicos publicado en Rebelión el 3 de febrero pasado y que fue publicado en este blog en tres partes con el nombre de Contrapolítica I, II, III.

1. ¿Dejar de generar expectativas en la,pollìtica institucional supone una visiòn anarquista? ¿La idea es construir un poder contrapoder? ¿Un poder popular? ¿Còmo? ¿El poder se toma o se construye? ¡Las dos opciones son excluyentes?

2. Que la gente no espere mesìas, ¿supone el autogobierno? Pertenezco a un colectivo socialista en el que estamos discutiendo eso. Me interesan los aportes. Gracias.

Antes que nada agradecerte las preguntas ya que eso nos motiva a seguir pensando, escribiendo y actuando para construir otros mundos.

En primer lugar, y sin ánimo de descalificar a los anarquistas, nos parece que negar al estado o ignorarlo no serviría para cambiar la realidad en la que vivimos; sería como la avestruz que mete la cabeza en la arena pensando que así el león no se la va a comer. Creemos que el poder tiene dos acepciones: el poder para dominar a otros y el poder para no ser dominado por otros. Es ésta última acepción la que nutre nuestros esfuerzos, por lo que no se trata entonces de construir un poder alternativo sino profundizar en la búsqueda conceptual que nos permita manejar otros conceptos que partan de una alternativa teórica alterna al liberalismo. Pero para ello creemos que los conceptos se hacen andando, (parafraseando a Machado) así que en lugar de andar pensando en como contradominar o constuir un contrapoder la idea sería primero establecer un espacio libre de dominación, o como dirían los neozapatistas, un territorio liberado precisamente de la noción de poder político liberal. Por eso hay que romper con las oposiciones típicamente liberales como poder y contrapoder, revolución o reforma, democracia o dictadura y un largo etcétera.

En segundo lugar, hay que insistir entonces en desconfiar sistemáticamente de las propuestas de partidos políticos y sobre todo de personajes que se dicen servidores del pueblo. Asi que el autogobierno, o mejor dicho la autogestión es el punto de partida, un camino hecho desde el andar y no una meta, un punto de llegada. Con esto queremos decir que en realidad, dada la franca decadencia del liberalismo como ideología hegemónica, solo hay una cosa clara: imaginar nuevas posibilidades pero sobre todo descartar las heredadas del liberalismo. De una cosa estamos seguros, si no nos ponemos a trabajar en ello nadie lo va a hacer por nosotros, mucho menos los políticos institucionales.

Ojalá esto sirva para ponerlo a discusión entre tus compañeros para definir el pensamiento y la acción. Acá estamos haciendo lo mismo y volveremos sobre el tema en entregas futuras.

Un saludo fraternal

Colectivo la digna voz

La troika azul

Ante las arteras amenazas, torpemente aducidas, acerca de la eventual instauración de un triunvirato blanquiazul, la temible tríada Vicente-Calderón-Cordero (VKK por sus siglas en “tanga” –lengua nativa de tangamandapio), es preciso revelar algunas realidades inconfesables, que a más de un despistado habrán de herir. La materialización de esta “troika azul” constataría una sospecha ya de por sí madura: el reinado de Acción Nacional tan sólo supone el reemplazo de la “dictadura perfecta” por una “tiranía imperfecta”, o bien, una versión de la hegemonía tricolor más mortífera, bruta, puritana, vulgarmente parasitaria. (Adviértase que este escrito no supone una toma de partido. Coincidimos con Eduardo Galeano cuando insinúa que los colores partidarios –los propios partidos– son como la salsa que uno selecciona al comer unos tacos. Tristemente, en este caso, la carne y la tortilla es la familia mexicana: “La libertad de elección te permite elegir la salsa con la que serás comido”).

Joseph Conrad, escritor polaco-ingles, considera que el trabajo de un artista es proveer la más alta pauta de justicia al universo visible. En esta misma tesitura, Antón Chejov, escritor ruso, sugiere que la obligación del artista no es resolver el problema, sino plantear el problema correctamente. En el papel de este artista que todos llevamos dentro, y que no pocas veces toca a nuestra puerta con ahínco, procuraremos el acercamiento a un terreno donde la verdad prevalezca, desmintiendo una tríada de mitos, a nuestro juicio, terriblemente nocivos para la justicia pretendida por Conrad y el artista.

1. Felipe Calderón es un presidente espurio.

Yerran los que denuncian la ilegitimidad del actual presidente. Él, como sus predecesores, ganó las elecciones con el apoyo de los poderes de facto (el poder del dinero). Su arribo al poder se basó en el urdimiento de una red selecta de complicidades a escala nacional e internacional, con insistente menosprecio del interés general. Tomó protesta después de un proceso electoral severamente cuestionado. Cometió una cantidad obscena de fraudes-farsas en la antesala de los comicios, apoyándose en estrategias de propaganda típicamente totalitarias. Y definió una agenda programática con estricto apego a las demandas de una potencia occidental. ¿Cuál es la diferencia entre el actual mandatario y sus predecesores? Calderón es tan legítimo como los presidentes anteriores, tanto como cualquier gobernante que ha conducido las riendas de este país desde la época que formalmente (sólo nominalmente) se descolonizó. El problema no es Calderón o Acción Nacional o Enrique Peña Nieto. El problema es el sistema que nos rige, que faculta a mediocres, analfabetas e incompetentes para aspirar a cargos de representación popular.

2. La estrategia oficial contra el narcotráfico es fallida.

Falso. Falso. Falso. Un gobierno como el actual sólo podría sostenerse en las condiciones reinantes. Es natural que un régimen, cualesquiera que sean los colores o idearios preconizados, procure allanarse el camino para la auto-conservación. Un gobierno sin poder político real, como el timorato calderonato, sometido a los imperativos de una fuerza foránea (EU), es incapaz de gobernar en un entorno de concordia o avenencia social. El caos, el terror, la confusión, son las condiciones sine qua non para su preservación. Violencia e impunidad es una fórmula de control político tan antigua como el hombre.

3. El destino de la nación se define en las próximas elecciones.

Ya sea con triunvirato azul, retoño tricolor o república amorosa, México pierde (todo el dinero dilapidado en campañas). El presente está en manos de la sociedad. La ilusión del futuro –el destino– es una eyaculación más de la clase política.

miércoles, 1 de febrero de 2012

El populismo de Obama y la decadencia de los Estados Unidos

El reciente informe presidencial de Obama me parece significativo para comprender la dimensión de la decadencia de la hegemonía estadounidense, subrayando el tono populista que le imprimió al mensaje y que seguramente delineará su campaña para reelegirse. La debacle económica y el fin del sueño americano han obligado al presidente a reciclar viejos símbolos que lamentablemente no parecen suficientes para sacar al país del agujero en el que se encuentra aunque le pueden servir para reelegirse.

Los temas del desempleo y la desigualdad rampante en una sociedad acostumbrada a creerse la cima del mundo son necesariamente los que más atraen la atención del ocupante de la Casa Blanca, como una manera de conectarse con los votantes.

Cuando afirma que “… podemos aceptar un país donde un número de gente cada vez más reducido prospera mucho, mientras un número creciente de estadounidenses apenas sobrevive. O podemos restaurar una economía donde cada quién tiene una oportunidad, cada quién aporta lo justo… Es hora de aplicar las mismas reglas de arriba hacia abajo….” (24/01/12) resulta imposible no establecer un paralelo con los discursos de los gobernantes de los países periféricos del sistema mundo en que vivimos desde los años ochenta, o mejor dicho, del estado capitalista desde los años del New Deal. El modelo económico inspirado en el neoliberalismo se ha distinguido precisamente por aumentar la desigualdad en todo el mundo por lo que el argumento no pasa de ser un buen deseo… para lograr votos claro.

Para aumentar el dramatismo y en el colmo del cinismo, el señor de las guerras justas (y no me refiero a Calderón, quien solo obedece órdenes del Pentágono) se anima al decir que “No regresaré a los días cuando se le permitió a Wall Street jugar bajo sus propias reglas…” para tratar de ganarse a los ocupas, que han puesto en jaque a todo el país precisamente porque ésas son las reglas que definen el conflicto social hoy por hoy. Son ellos quienes han puesto el dedo en la llaga al declarar en un comunicado que “Nuestra nación y nuestro mundo están en crisis y nuestros funcionarios ‘electos’ nos han fallado. Se negaron a responsabilizar a sus donantes –Wall Street– por los crímenes financieros que llevaron a nuestro país a la bancarrota y a destruir la economía mundial…” (17/01/12)

Pero Obama no parece darse por enterado y asume que las reglas han cambiado para los dueños del dinero, aunque al iniciar su gobierno lo primero que hizo fue rescatar al sector financiero con dinero público, profundizando en la mayoría de la población las consecuencias de la crisis que hoy pretende enfrentar y colocando al estado yanqui al borde la bancarrota.

Otra perla de su discurso fue presentar la retirada de Irak como un éxito que redundó en el fortalecimiento de su liderazgo en un mundo más seguro, en parte por el asesinato de Bin Laden. La realidad es que la guerra de Irak jugó un papel importante en la quiebra económica del país y en su desprestigio, no sólo en la región sino en el mundo entero. La guerra de Irak dejó en claro que los tiempos en que los Estados Unidos se presentaban como el policía del mundo han pasado y hoy se enfrenta a una realidad en la que su poder militar no le alcanza para someter a quien no comparta sus ideales.

Ya para terminar no podía dejar de insistir en señalar el carácter populista de su discurso cuando declara que “…la renovación del liderazgo estadounidense se puede sentir a través del mundo… Estados Unidos ha regresado.” Dime de que presumes y te diré que te falta.