domingo, 21 de noviembre de 2010

Los muros


“Defiende tu derecho a pensar. Pensar equivocándote es mejor que no pensar”.
- Hipatía, mujer hereje de la escuela de Alejandría que enseñaba a dudar y a preguntar

Soy como los gatos que caigo de pie n mis Aquelarres. Dicen que el hablar es plata y el silencio es oro, es más, el paso a las cosas sublimes o a hechos trascendentales, deben pasar por un silencio puro, pero por estos tiempos de pena y olvido, permíteme, lector, romper ese silencio sabio y prudente, y porque no lo recuerdo porque no lo he olvidado: la caída del muro del Muro de Berlín. Tal vez como lo enfoque entre en contradicción con un despistado; pero en ella se encuentra el todo y la nada, la vida y la muerte, lo cercano y lo lejano, el antes y el después de lo acontecido. Voy al grano:

Por fin el 9 de noviembre de 1989 el Muro en Berlín que merecía caer, cayó. Al son de la Novena Sinfonía de Beethoven, en 1961 se alzó tal Muro; y cantándola, en 1989, el Muro que partía en dos a Berlín, la furia popular lo hizo caer.

(Dicen los que de esto saben, que por su sordera, Beethoven jamas escuchó una sola nota de su Novena Sinfonía –“Napoleónica” en principio”–, y la muerte impidió supiera de las aventuras y desventuras de su obra maestra: El príncipe Bismarck proclamó que inspiraba a la raza humana; y Lenin la sintió más revolucionaria que la Internacional; mientras Bakunin escuchó en ella la música de la anarquía, cantada y tarareada por los que resistían la embestida alemana; y también por Hitler quien dijera que Beethoven era el verdadero fuhrer, en una rara e insólita modestia; para el gobierno nazi Von Karajan la dirigió en concierto, consagrando con ella la unidad de la Europa libre; y con el acompañamiento de la Novena, los japoneses morían por su Emperador, y también la cantaban los combatientes que dieron su vida peleando con todos los imperios; fue cantada por Paul Robenson contra el racismo, mientras los del Africa del Sur la usaron de música de fondo en la propaganda del apartheid...)

Si mal no recuerdo, en una viñeta, Eduardo Galeano dijo: El muro (del que te hablo, lector) no cae solo. Con él se derrumban los regímenes que empezaron anunciando la dictadura del proletariado, y terminaron ejerciendo la dictadura de los funcionarios. Con el derrumbe de este Muro, otros brotaron en el mundo mucho más grandes que el de Berlín, hablando poco o casi nada de ellos: el Muro de Cisjordania, perpetuando la ocupación israelí en Palestina; el Muro de Marruecos, levantado por el reino marroquí, amurallando la patria saharaui; pero ya no vayamos tan lejos, poco o nada de nada se habla del Muro que Estados Unidos sigue levantando en la frontera mexicana (siempre he dicho que los gringos no tienen amigos, solo socios; y que en vez de niña en los ojos, el signo de dólar).

Termino: La memoria de la gente es hostia (¿quien recuerda la caída del Muro de Berlín, y lo que con su elevación implicó?), pero es la cosa más inútil que puedas imaginarte. Se parece a un cajón lleno de choradas. ¡Y pensar que las cosas más importantes de vida diaria las vamos olvidando una a otra! (Haruki Murakani).

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