lunes, 18 de octubre de 2010

Sin título

Celebro con gusto las palabras que cita Antonio Nemi en su artículo “Tele-Ver”.

“...el video está transformando al homo sapiens, producto de la cultura escrita, en un homo videns para el cual la palabra está destronada por la imagen. Todo acaba siendo visualizado. Pero ¿qué sucede con lo no visualizable (que es la mayor parte)? Así, mientras nos preocupamos de quién controla los medios de comunicación, no nos percatamos de que es el instrumento en sí mismo y por sí mismo lo que se nos ha escapado de las manos”.

Esas son las palabras de Sartori, pero también celebro las del propio Toño:

Que nadie se extrañe si ahora los políticos del mundo le rinden pleitesía a las televisoras (y obedecen sus mandatos), si los candidatos se han convertido en productos de consumo, si la publicidad ha dejado atrás a las declaraciones de principios y los asesores de imagen han sustituido a los ideólogos. Lo que Sartori no dijo es cómo lograr que esto sea diferente si al final, la gente consume mayoritariamente y con fruición ésos productos televisivos.

Y aquí es donde entra el papel del estado:

1) Lograr que la sociedad se comunique mediante medios inteligentes, creativos, autónomos, pero no del poder por supuesto. Lo importante es que los medios sean poderosos y estén lo más alejados posible del centro del poder, para que no lo reproduzcan a él, sino que reproduzcan otras cosas que no estén contaminadas por el estado.

2) Ser abiertos a la crítica e invitar, por ejemplo, a Javier Solórzano a la televisión local para que pueda tener un espacio en la televisión del congreso, donde hay tantos diputados veracruzanos.

3) Ser un espacio para las voces sin voz, un vínculo para el ciudadano y las diversas percepciones de los movimientos que denuncian la obsolencia de las instituciones que nos rigen.

La producción de información alternativa debería ser el trabajo central.

La crítica reflexiva, nuestra herramienta.

La propuesta, sin embargo, no se reduce al contacto unilateral con el ciudadano.

Tal como ocurre con la prensa tradicional, será un espacio público para dialogar con todo aquel que desee participar y expresar su punto de vista.

La coyuntura política actual exige de nosotros una comunicación más rigurosa y franca.

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