jueves, 2 de septiembre de 2010

La retirada de una guerra perdida de antemano

Finalmente se cumplió con lo pronosticado por muchos: Estados Unidos saldrá de Irak, tarde o temprano. Pues bien, salieron finalmente la mayoría de las fuerzas armadas pero no por eso se puede pensar que la visión militarista ha sido derrotada. Muy por el contrario, los escenarios de la guerra cambian y se mantiene la cruzada contra todo lo que se relacione con el Islam, sobre todo al interior del país, donde los grupos

El caso de la mezquita que pretende instalarse cerca de la zona cero de Nueva York ha desatado un conflicto que pone en evidencia lo extendido de una actitud intolerante y abiertamente discriminatoria y de los usos políticos evidentes de parte de las y los políticos. Bajo el argumento de que el terreno vacío que dejó el 11 de septiembre es tierra sagrada, grupos y ciudadanos se han opuesto a la posibilidad de que exista una mezquita en sus alrededores. Vamos, como una blasfemia.

Y hacia afuera el gobierno los Estados Unidos y su ejército, mantienen la imagen de cruzado que, como en los mejores tiempos defiende la cultura y los valores occidentales. La guerra continúa en Irak, pero ahora con mercenarios, lo que reduce su costo político. Con el pretexto de capacitar al ejército iraquí, permanecerán efectivos suficientes para seguir garantizando la explotación del petróleo por las corporaciones internacionales.

El poder militar estadounidense seguirá manifestándose a lo largo y ancho del mundo hasta que las potencias rivales lo superen. Mientras tanto, persistirá en librar guerras perdidas de antemano, derrotas ambiguas cubiertas de retirada honrosa y cada vez más difíciles de pagar. Para justificar esas guerras que mejor vestido que la preservación de la cultura occidental, esa que defienden Sara Palin y el Tea Party.

Este sentimiento construido en contra del mundo musulmán es igual al que buena parte de los ciudadanos de Arizona tienen de los mexicanos migrantes, al que comparan con una suerte de bárbaro del mundo romano, que por su salvajismo e ignorancia amenazan seriamente a su mundo. Gracias a este sentimiento, el ciudadano medio se siente parte de una cruzada y obtiene una recompensa suprema por el solo hecho de sentirse superior.

Así que cuando miremos la situación en Irak o Pakistán no olvidemos que está animada por el mismo espíritu de la lucha contra la inmigración ilegal en los Estados Unidos. Tal vez así será posible comprender mejor la dimensión de la retirada de Irak y las razones que sostuvieron un conflicto iniciado con una mentira, que se mantuvo como una mentira y acabó como acaban las guerras perdidas de antemano: como una mentira.

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