viernes, 25 de junio de 2010

Saramago y Monsiváis



Arturo Mejía Acosta
AQUELARRE

“Nuestras vidas son ríos que van a dar en el mar que es el morir...”
- Coplas de Jorge Manrique

“Después de todo la muerte es solo un síntoma de que hubo vida...”
- Haiku 10 de Mario Benedetti


Yo creo que cuando algo se acaba, se acaba y ni modo; pero cuando alguien muere, y sobre todo si ganó nuestro amor, respeto y admiración también muere algo en nosotros con su muerte. Confiésote, lector, ser un atrevido al pretender hablar (humilde homenaje) de la obra y del actuar de dos grandes escritores y hablantes: Saramago y Monsiváis que con su morir individual al término del equinoccio primaveral consternó mi corazón y alma, enlutando la creatividad literaria de vida porque para ella convivieron el escritor y el revolucionario en dos funciones que aglutinaron la esencia de sus seres con su deber ser como medio de lucha y actitud. Nunca separada la una de la otra. Por lo siguiente ratifico y confirmo: En marzo 98 (segundo viaje a México) Saramago en Acteal a flor de piel y en el corazón étnico de Chiapas expresó: “Si no nos movemos a donde están el dolor y la indignación y la protesta no estamos vivos, estamos muertos”. Al lado estaba nuestro Monsiváis. (Permítaseme recordar a Julio Cortazar, argentino: “Así como otros toman el fusil, yo me valgo de la pluma para pelear por una sociedad más justa: hacer literatura es hablar de política señalando injusticias y arbitrariedades, planteando errores y propuestas en la lucha de liberación”).

Al leerlos sentí que ambos estaban representando en cada obra suya el conocimiento y sabiduría de sus respectivos pueblos (arte genuino de sus naciones) que rompe mordazas y se libera de cadenas (ismos) logrando con sus escrituras (novelas y crónicas) descorrer el velo de sus seres como escritores y de estar de pie en sus respectivos mundos logrando en sus obras la gran literatura del lenguaje y del espíritu.

Para no ser repetitivo de ellos todo está dicho y escrito. Y termino este atrevido AQUELARRE con dos asuntos personales de estos dos grandes creadores (Nobel 98 y Premio Nacional):

Cuando Saramago (yerbita del monte y apodo del padre el encargado del Registro en la provincia portuguesa de Azinhaga en 1922 como broma lo asienta con ese apellido) publica Los Evangelios según Jesucristo el Vaticano lo excomulga y éste ya no tuvo tiempo para la segunda por su Caín, y yo me lo imagino sonriendo ante Dios y éste diciéndole: fuiste el ateo más cercano a la existencia mía. Bienvenido a mí.

Monsiváis, rodeado por gatos (recuerdo a un gran prototipo sentado en su poltrona en el corredor rodeado por decenas de gatos en los Tuxtla) encontró por fin su Amor Perdido en la única amante que tuvo en su vida: La Catrina de Posada quien lo hizo suyo por siempre con infinito amor reencontrado aunque sea para pérdida irremplazable de las letras, cultura y sociedad mexicanas.

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