martes, 22 de diciembre de 2009

Me dejó una chiva, una burra negra…. y una buena suegra

Se va el 2009 y sin duda no será un año fácil de olvidar, por supuesto si es que no lo supera en calamidades el que le sucede; cosa que muchos pronostican, a pesar de las muchas campañas televisivas en las que el Gobierno Federal se empeña en hacer creer a la opinión pública que en el país ya todo marcha de maravilla, más pacífico y tranquilo que Disney World, según ellos.

Y es que si miramos hacia atrás un poquito, sin el afán de inyectarle a usted, estimado lector, un ánimo pesimista, podemos ver lo que este “bonito” año nos ha dejado en materia social, política y económica; como dijera un sabio maestro y camarada: “puras pérdidas y ninguna perdida”.

Desempleo, la continuación de un añejo proyecto de desfalco a los bienes nacionales con el disfrazado nombre de “reforma energética”, paranoia y miedo en su modalidad de influenza a h1n1 (seguimos sin saber si fue Obama el que infectó a Calderón y éste a su vez a los puercos), la aferrada intromisión del sector empresarial en la política, la cada vez más creciente ola de delincuencia y violencia, la moralinísima penalización del aborto en algunos estados, con su consecuente propuesta para llevarlo al Congreso Federal, el cierre de Luz y Fuerza del Centro, la muy democrática reforma fiscal, el regaño de Fernández Noroña a los diputados, sin olvidar otros acontecimientos, quizá menos importantes pero no menos grotescos y ofensivos, como el lanzamiento al estrellato televisivo de “Chucho” Ortega .

En materia local no podemos dejar de mencionar el espectacular cierre de año que nos han ofrecido con su voracidad los elementos de tránsito en estas fechas, que al parecer no cobraron aguinaldo y andan extorsionando hasta el que no la debe; la brillantísima idea de cambiar el curso de los carriles de las avenidas 20 de noviembre y Américas. En fin, puras cosas dignas de recordarse.

Lo que a todas luces arroja nuestra mirada retrospectiva es que a la clase política el pueblo le interesa poco y esto cada vez es más patente; sin duda, los acontecimientos ocurridos, sobre todo en este año, lo corroboran.

No obstante, sin el afán de invitarlo a ser indiferente y convertirse en un consumado individualista, como tantos hay que sangran y explotan el patrimonio comunal, le deseamos que haya disfrutado en su diario y cotidiano acontecer y que lo siga haciendo en el año venidero.

Como dice la canción: “el mundo es para siempre joven y el tiempo va”, aunque si vamos a hablar de canciones y de fin de año, espero que usted, al igual que yo, podamos entonar con mucho sentimiento esa que dice: “Ay yo no olvido al año viejo…” aunque sólo sea por eso de la chiva y la suegra, en fin, cosas muy bonitas. Felices fiestas.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Si el clima fuera un banco…

Desde el 7 de diciembre pasado, delegaciones de 193 países se encontraban reunidas en Copenhague para la 15ª Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático. Mientras que el mundo esperaba que el resultado no fuera el mismo de las 14 anteriores, miles se dieron cita en dicha ciudad para demandar soluciones reales a los problemas ambientales del planeta.

Más de 40 mil personas en las calles, según las cifras oficiales. No me atrevería por supuesto a acusar al democrático estado danés de represor, pero por circunstancias del destino más de un millar fueron a parar a la cárcel. Historia aparte.

“Si el clima fuera un banco ya lo hubieran rescatado” y “No cambien el clima, cambien el sistema” eran dos de los mensajes que se leían en las pancartas de aquellos que osaban protestar contra la cumbre.

Y aunque confieso no ser seguidor de las causas ambientalistas que, en el mayor de los casos, me resultan tremendamente hipócritas, siendo Al Gore y su incómoda verdad los mejores ejemplos (su premio Nobel solamente refuerza mi argumento), la realidad es que el problema del calentamiento global va más allá de sus implicaciones ambientales: tiene que ver, en primer lugar, con un sistema económico que solamente puede ser definido como depredador.

Un sistema que ha propiciado que los países ricos hagan de los que se encuentran en vías de desarrollo lo que a sus intereses convenga (“los países en desarrollo son aquellos arrollados por el desarrollo ajeno”: Eduardo Galeano).

Según datos de las Naciones Unidas, los países en desarrollo envían a los desarrollados, a través de relaciones comerciales y financieras desiguales, más de diez veces lo que reciben por concepto de ayuda externa.

En el caso del medio ambiente, los modelos de producción a gran escala propios de un sistema capitalista bombardean a la atmosfera un volumen de gas que duplica la capacidad de absorción natural que tiene la misma. Industria, deforestación, fertilizantes, las mafias que controlan la producción de energéticos (petróleo principalmente), la lógica de acumulación que exige maximizar las tasas de ganancia, corporaciones que, sin regulación alguna, operan sin otra cosa en la cabeza más que su rendimiento.

Todo ello provoca el famoso efecto invernadero y un aumento en la temperatura de la superficie terrestre. Y ante una sociedad cuyo valor primordial es el consumo, mantener y aumentar un cierto nivel de producción es mucho más importante que el planeta mismo.

Esperar una solución de fondo por parte de los principales beneficiados del sistema sería, por decir lo menos, bastante ingenuo.

La única diferencia entre esta cumbre y las anteriores es que los Estados Unidos ya no están solos. A la reticencia de los norteamericanos a firmar un documento vinculante, se suma ahora la del famoso BRIC, grupo conformado por los cuatro pases con mayor crecimiento en los últimos años. Brasil, Rusia, China e India no tienen mayor responsabilidad que la de seguir fortaleciendo sus capitales nacionales, así sea en detrimento de la mayoría de la población de sus propios países y del resto del mundo.

El Secretario General de la ONU, con el cinismo suficiente, declaró que “los países en desarrollo tendrán que ceder en sus aspiraciones de alcanzar un acuerdo sobre el dinero que deben pagar los países ricos para combatir el calentamiento global”. Más de la mitad de los participantes en la cumbre la abandonaron o desistieron de firmar el documento final: un documento lleno de buenas intenciones, sin objetivos específicos y, por supuesto, sin ningún peso legal, que de nada servirá.

Es difícil pensar en una solución real al problema, cuando el propio sistema se ve obligado a producir cada vez más y más. Quizá la solución tendría que venir de otra parte, no de las cúpulas que nos gobiernan. Quizá es hora de empezar a pensar en cambiar el sistema, como rezaban las pancartas en Copenhague, mientras estamos a tiempo.

viernes, 18 de diciembre de 2009

La ideología estadounidense (segunda parte)

Bien podríamos decir que el común denominador de las personas entiende por “superación” y “crecimiento” la consecución de un estilo de vida semejante al “american way of LIE”. La ideología estadounidense ha logrado conquistar los corazones de propios y extraños, de niños y viejos, de pueblos y comunidades enteras. Cuando en la conciencia colectiva la idea del mejoramiento de vida esta íntimamente vinculado a la abundancia material y la opulencia, a la capacidad de consumo y la notoriedad, la sociedad –y los individuos que la componen- se presta a aceptar mansa y dócilmente una ideología que satisface tales ambiciones, aunque su realización esté sujeta a ciertas prerrogativas y aptitudes.

Precisamente en este último punto es donde la ideología del declinante gigante ha obtenido los resultados más positivos y contundentes. Es tal el nivel de ideologización de la actual sociedad mundial (especialmente los estratos medios), que todo fracaso o descalabro personal se le atribuye al individuo a priori, a su incompetencia y/o limitación, y nunca a las deficiencias congénitas del sistema social. Aunque la religión sigue desempeñando un papel cardinal en las labores de consuelo, el individuo moderno (o posmoderno, que no es lo mismo, pero es igual) no encuentra tan fácilmente la manera de aliviar su insatisfacción. La ideología estadounidense, no obstante, ha logrado orientar esta frustración e impotencia acumulativas hacia la concreción de sus designios oníricos, y ha lanzado al mercado mundial el bálsamo curalotodo, redentor de los desdichados: libros y cursos de superación personal, autoestima y autoayuda. De pronto, el sueño del durmiente –inserto en el American Dream- llega a alcanzar niveles de absoluta parálisis mental: el individuo somnoliento ingiere píldoras aletargantes. Solo así, los individuos llegan a abrazar la absurda creencia de que lo importante y trascendente en la vida es combatir todo aquello que transgrede el autoestima, aunque esto implique pisotear al prójimo o degradar la integridad y dignidad personales.

Uno de los logros mas notorios (y peligrosos) de la ideología estadounidense ha sido la conquista de la confusión y la inversión de la lógica –de la ley causa-efecto, sobre todo en cuestiones de carácter público, social, político. La ideología estadounidense ve en la pobreza los males de la democracia republicana, en lugar de ver en la democracia republicana el germen de un pueblo oprimido. Lejos de ver en el mercado la causa de la descomposición social, la ideología estadounidense ve en la descomposición social la fuente de las fallas del mercado. La ideología estadounidense, en lugar de ver en el Estado la razón de las dolencias sociales, ve en las imperfecciones sociales las causas de la inoperancia de un Estado. Lejos de buscar en el capitalismo la explicación del comportamiento humano contemporáneo, la ideología estadounidense busca en la conducta manifiesta y en las ideas imperantes la exculpación del capitalismo: explica la Historia arrancando de presupuestos actuales, en lugar de explicar los principios reinantes a partir de la Historia.

Sin embargo, la Historia, aquella a la que ha manifestado un desdén persistente la ideología estadounidense, hoy nos advierte y previene del inminente desplome de los Estados Unidos. Una vez que pierda en definitiva su privilegiada posición en la economía mundial, es innegable que perderá igualmente su capacidad de difusión y convencimiento ideológico. Tal vez entonces la sociedad despierte del extenso y ominoso letargo en el que se halla sumergida, y recuerde acaso con vergüenza su otrora sonámbula y servil displicencia.

Ahora, si bien es cierto que hoy la cultura yanqui no es mas que un folklore moribundo, si bien es cierto que nos encontramos en el último tramo del ciclo del sueño, del American Dream, ¿será que esto signifique la antesala de una revolución de la conciencia y el pensamiento humanos? ¿Será que al fin los hombres procuraremos pautas de pensamiento más sensatas y plausibles, más verosímiles y francas? ¿O acaso recurriremos una vez mas a las fórmulas hipnóticas y enajenantes de milenaria existencia, de placentera esclavitud?

Las respuestas no las tengo, instruido lector. El futuro es intrínsecamente impredecible. Solo puedo decir que este humilde servidor, felizmente, ha abandonado la fase mas profunda del sueño. Y puedo imaginar que despertar y ver la luz del día será tan desconcertante como salir de un prolongado coma.

jueves, 17 de diciembre de 2009

La CIDH falla contra el estado mexicano

La espiral de violencia en las fronteras de nuestro país parece no tener fin, demostrando día con día que las autoridades han sido rebasadas, a pesar de las enormes cantidades de dinero que invierten en combatir al crimen organizado. Los feminicidios en Cd. Juárez están en el corazón de dicha espiral. Además de ser parte de la cada vez más abultada lista de asesinatos con violencia en dicha ciudad, han puesto en evidencia, una y otra vez, la misoginia de los cuerpos policiacos y de procuración de justicia pero sobre todo su ineficacia calculada, su desprecio burlón. Recordemos que el actual procurador general de la república fue procurador del estado de Chihuahua, donde se le recuerda por recomendar a las jovencitas juarenses inscribirse en cursos de defensa personal.

En este sentido, el reciente fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) el pasado 10 de diciembre, con respecto a los tres casos de mujeres encontradas sin vida en Campo Algodonero, colonia de la ciudad fronteriza, es un hecho histórico, pues nunca antes se había logrado una condena a los feminicidios de Juárez. Pero además, el fallo estipula que "El Estado deberá, dentro de un plazo razonable, investigar, por intermedio de las instituciones públicas competentes, a los funcionarios acusados de irregularidades y, luego de un debido proceso, aplicará las sanciones administrativas, disciplinarias o penales correspondientes a quienes fueran encontrados responsables" La CIDH realizará un seguimiento de las acciones emprendidas por el gobierno mexicano para evaluarlas. En caso de que el estado mexicano no responda satisfactoriamente, la CIDH informará a la Organización de los Estados Americanos (OEA) para que sea ella la encargada de presionar a las autoridades mexicanas para cumplir la sentencia.

Después de años y años de negligencia resulta difícil pensar que los asesinatos de mujeres se terminarán gracias al fallo de la CIDH. Hará falta la movilización de la sociedad civil –algo que parece tomar impulso en Juárez- y la transformación radical de las políticas de seguridad de Calderón para hacer frente al problema. Las condenas de organismos internacionales pueden ayudar, de eso no cabe duda, pero habrá que pensar que mientras la población en su conjunto se mantenga al margen de las políticas de seguridad, o peor aún, sea vista como sospechosa por parte de las fuerzas de seguridad (no encuentro otra explicación para las reiteradas violaciones a los derechos humanos denunciadas en todo el país, por parte de las fuerzas armadas) las cosas van seguir empeorando.

No hay que olvidar que las violaciones a los derechos humanos son las omisiones de las autoridades para garantizar la vida digna de los ciudadanos. Las consecuencias que resultan de esas omisiones degradan la vida cotidiana, rompen con el tejido social y demuestran la debilidad y negligencia de los gobiernos. El terror como forma de vida sólo beneficia a unos cuantos. La falta de protección y de respeto a los derechos humanos nos perjudica a todos.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Participación

Pudimos observar hace poco en esta ciudad, Xalapa, como la movilización espontánea de miles de estudiantes en contra del aumento a las tarifas del pasaje urbano logró que los transportistas regresaran las tarifas a su precio usual. Es cierto, hubo otros intereses de por medio, hay popularidades y elecciones a cuidar, pero eso no demerita que el accionar de los jóvenes estudiantes haya puesto un alto a las intenciones de los concesionarios.

Golpearon los camiones, rompieron los vidrios, secuestraron las unidades. Cierto, y sin hacer una apología de la violencia, dígame usted: ¿hubiesen sido escuchados de otro modo? Hemos visto plantones “pacíficos” en la plaza que duran por meses, sin que nadie haga caso y los problemas nunca se resuelven.

Así como la democracia ha llenado los bolsillos de no pocos escritores y pseudointelectuales, “lo de hoy” es el rollo de la participación política.

¡Dejemos de ser súbditos y seamos ciudadanos!, nos repiten por todos lados. Nos cuentan de las maravillas que la supuesta participación de los ciudadanos ha logrado en países como Inglaterra, Estados Unidos, España, etcétera.

Y se olvidan de que la realidad en México es completamente distinta. De que las condiciones de vida difícilmente permiten involucrarse activamente en el accionar político. Difícil pensar en participar cuando se trabajan más de diez horas al día con salarios que, en los países que se empeñan en comparar con el nuestro, serían de risa.

Por el lado electoral, se supone que ejercer nuestro derecho al voto sería el primer paso para ejercer nuestros derechos políticos como ciudadanos. Y oh sorpresa, sabemos perfectamente que votar en rojo, azul, amarillo o blanco da exactamente lo mismo, a menos que nos llegue un cheque de esos colores. Ignoro a ciencia cierta para quien trabaja la clase política, pero estoy completamente seguro que no es para nosotros.

Después nos dicen que no basta con votar, que hay que ir más allá. Difícil dar un segundo paso cuando nos tropezamos en el primero, pero bueno. Que la participación política no debe ser una cuestión de un día cada tres años, sino un asunto de importancia permanente dentro de nuestra cotidianeidad. Suena bien, si en efecto pudiésemos hacer valer nuestras opiniones en las decisiones que toman desde sus pedestales nuestras ilustres autoridades. Si ese fuera el caso, estoy seguro de que el Ejército estaría ya de vuelta en los cuarteles, Carstens en los Estados Unidos donde seguramente se siente más cómodo y estaríamos convocando a elecciones ante la revocación de mandato a Calderón.

Las buenas conciencias dirán en seguida que soy un mal ciudadano (o un buen súbdito), que por esta clase de argumentos México está como está, etc. Quizá sea cierto, pero de esta “democracia” no me interesa formar parte.

De que hay maneras de cambiar la realidad de nuestro país, seguro que las hay. Pero estoy seguro de que la tibia participación política que proponen los best-sellers de ciencia política no lleva a ningún lado más que a la frustración. Existen por otra parte los movimientos sociales que, en estos tiempos de crisis (en plural), se han hecho manifiestos no sólo en nuestro país, sino alrededor del mundo.

El problema es que el accionar de los mismos sale de lo que se conoce como “políticamente correcto”, y son enseguida acusados de transformar el orden social y la tranquilidad de nuestra patria. Y el simple ejemplo de estudiantes manifestándose (refiriéndonos tan solo a su forma de hacerse escuchar) con enojo ante una decisión arbitraria demuestra su efectividad.


No se trata de un llamado a la violencia o a la guerra (dejémosle eso a Obama mientras recibe el Nobel de la paz.). Se trata simplemente de señalar que las instituciones que tenemos, esas que algunos se empeñan en mandar al diablo y otros en deidificar, no sirven ya para canalizar ninguna de las problemáticas sociales que nuestro colorido país enfrenta, por lo que buscar nuevas formas de enfrentar las mismas es, por decir lo menos, una actividad interesante.

sábado, 12 de diciembre de 2009

La ideología estadounidense (primera parte)

Los siglos XIX y XX arrojaron como protagonista en el escenario geopolítico y geocultural al “gigante” de Norte América: los Estados Unidos. El aporte inapelable de holandeses, franceses y británicos al desarrollo de una economía capitalista avanzada en la región septentrional del continente sirvió de base para la consolidación de Estados Unidos como centro y pilar del mercado global. El resultante de la conquista de la supremacía económica mundial, fue la conquista de la supremacía ideológica y cultural a escala planetaria. Aun hoy, en el contexto de la desintegración de la hegemonía estadounidense, la mayoría de los países tratan de emular política, económica y culturalmente al alicaído gigante de Norte América.

Como todo sistema de creencias, la ideología estadounidense hace gala de un contenido altamente subjetivo, virtual, fantasioso –aunque quizá con mayor insistencia e intensidad que otras. El American Dream, expresión lingüística de la ideología estadounidense, es, tal y como su nombre lo indica, un ensueño, una ilusión, una elaboración cuasi onírica.

Está ampliamente documentado que la experiencia onírica ocurre mientras el individuo duerme profundamente y se encuentra bajo niveles ínfimos de actividad fisiológica. El sueño estadounidense, no obstante, tiene una desviación curiosa en relación con el sueño del durmiente: presenta un alto índice de actividad física, pero bajos –bajísimos- niveles de actividad mental genuina. Allí radica su éxito.

La racionalidad técnica (aquello que eufemísticamente llaman ciencia y conocimiento humanos), es la confirmación de una realidad tergiversada, sumergida en imágenes, sensaciones, pensamientos, deseos y aspiraciones que brotan del repertorio iconográfico/idiosincrásico del American Dream: la propiedad inalienable, el éxito, la vanagloria, el consumo, la comodidad, el lujo, el despilfarro del ocio, la servidumbre agradable, la vida privada, la fantasía que entretiene y alivia –la ficción (Disneyland, Neverland, Hollywood, Vegas, Broadway).

Casualmente (o causalmente), conforme la realidad supera de forma cruda e insistente a la ficción, el anhelo de la sociedad por acceder y adentrarse al mundo de los sueños se incrementa a la par, acaso como consuelo y/o alivio. Este mundo basado en lo ficticio y trivial se legitima –pese a su alto índice de exclusión- mediante la incorporación de algunos cuantos individuos privilegiados, provenientes de distintas capas sociales, a los dulces pantanos del sueño estadounidense: Estos pocos encarnan la realización gratificante del sueño, y así, quienes permanecen –la enorme mayoría- en el terreno del “nightmare” (pesadilla) se culpan a sí mismos de su dolorosa y miserable circunstancia. De este perverso maniqueo surge y se alimenta la torcida lógica del perdedor-triunfador: En un mundo “intrínsecamente” competitivo unos ganan, otros pierden; unos sueñan plácidamente, otros padecen trastornos e insomnio.

La sociedad norteamericana es una sociedad de consumo. Los símbolos nacionales de facto son el dólar y las firmas empresariales que dormitan en su seno (McDonalds, Starbucks, Costco, Nike, Ford, Microsoft, General Electric, GAP, Wallmart etc.). El carácter transnacional de sus corporaciones y su moneda ha producido un brote exponencial de pequeñas “Norteaméricas” a lo largo y ancho del orbe. Estos tentáculos han sido vehículos inmejorables para la labor de propagación del American Dream.

El folklore yanqui de pronto asume la forma de cultura. Con la mundialización del mercado, la cultura del país más poderoso se convierte en cultura de masas a escala global. La inserción de esta cultura omnipotente en territorios de longeva tradición aniquila lentamente el patrimonio histórico de las Naciones y convierte a sus comunidades en replicas bizarras del paradigma estadounidense: El mundo se introduce en una fase tan profunda del sueño que su rostro somnoliento e irreal se vuelve imperceptible.

Así, el sueño deja de ser algo meramente deseable, codiciable, para convertirse en algo apremiante y a la vez inaprensible, remoto: es la llave mágica para la supervivencia, la seguridad y la realización personal y familiar... (continuará)

jueves, 10 de diciembre de 2009

La alianza conservadora entre el PRI y el PAN y los derechos humanos

La alianza entre el PRI y el PAN demuestra claramente la inclinación del primero por reforzar su poder, aun a costa de ceder en cuestiones antes intocables para los miembros del otrora partidazo. Esto significa la derechización de un partido que, en su afán por seguir haciendo de las suyas, apuesta a la neutralización de la izquierda partidista para darle vida a un bipartidismo conservador que permita que las cosas sigan como están y con la esperanza de volver al gobierno federal.


Esta no es una idea nueva en el PRI. Ya desde el salinato se apostó a una alianza con la derecha política como la única salida para enfrentar a la alianza entre el cardenismo y la izquierda partidista, la cual supuestamente ponía en riesgo el desarrollo dependiente de los Estados Unidos y la venta de los bienes públicos nacionales. Fue por eso que Salinas impulsó el restablecimiento de las relaciones con el Vaticano y una serie de reformas que provocaron su participación abierta en la política.

Las consecuencias del viraje salinista a la derecha -que le abrió la puerta a la iglesia católica para promover su agenda política, sobre todo en cuestiones educativas y en derechos de la mujer- la consolidó como un factor de poder, parapetada atrás del PAN y, desde el 2000, del gobierno federal. Gracias a ellos pero también del PRI, la sucursal del Vaticano en México ha podido revertir derechos fundamentales en buena parte del país. En Yucatán, Sonora, Puebla, Oaxaca, Nayarit, Durango, Colima, Chihuahua. Campeche, Quintana Roo y Veracruz fueron las bancadas priístas las que impulsaron las leyes antiaborto, mientras que en San Luis Potosí, Morelos, Jalisco, Guanajuato, Querétaro y Baja California fueron los panistas, con ayuda del PRI.

El caso veracruzano se distingue por las declaraciones de los actores que impulsaron la reforma. El obispado local, a través de sus voceros, declaró que ellos no tenían nada que ver en el asunto y peor aún, que fue el mismísimo padre celestial el que se apersonó en el Congreso, logrando influir en las almas desesperadas de los diputados. Por su parte, el gobernador pretendió quedar bien con tirios y troyanos (¿otra vez?) dejando sin efecto las penas de cárcel contra las mujeres para aplicárselas a los médicos que realizaran abortos. Sin embargo, sigue declarando que hay que proteger la vida desde la concepción y envió una propuesta de reforma constitucional para que semejante disparate sea parte nuestra Carta Magna. Y para no quedarse atrás en las puntadas declaró que la reforma antiaborto tiene como fin último proteger a la mujer. Pero le faltó decir que esa protección es contra sí misma. ¡Pobres mujeres que no saben lo que hacen!

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Para santurrones y ateos de comunión diaria

Es vigente sin duda, el tema del laicismo del estado y el alcance que lo religioso debe tener en el mundo político; periodistas y políticos han reaccionado enérgicamente y se han encargado de señalar a la iglesia católica como responsable de inmiscuir sus intereses y lograr llevarlos a terrenos públicos, ejemplo de esto es el caso de la penalización del aborto.

Las opiniones al respecto, por supuesto, son divididas; por un lado podemos encontrar a la comunidad creyente y fervorosa, quienes simpatizan con la rigurosa medida, claro está, por que es acorde a su horizonte de creencias; por el otro encontramos una no menor cantidad de gente que se ha sentido violentada con la medida.

Lo importante, a mi consideración, es señalar los matices pertinentes en cuanto al tratamiento de éste problema, pues no es lícito imponer una forma de vida propia, como son los valores morales, al resto de la gente; tampoco lo es satanizar estas formas de vida, como lo es la del pensamiento religioso.

Resultaría tramposo tratar de definir desde un solo instante y perspectiva lo que es la religión, quizá éste sea precisamente uno de los logros que el pensamiento religioso trata de alcanzar, el de superar la perspectiva propia; sin embargo no podemos negar la riqueza cultural, vital y espiritual que todo el mundo religioso ha legado generación tras generación al mundo.

El pensamiento religioso no es necesaria y exclusivamente un pensamiento transmundano; los libros sagrados están llenos de parábolas y pasajes que versan sobre hechos y problemas del mundo humano, lo que los llena de una vitalidad, de un conocimiento acerca del hombre, no menos respetable que los que con sus respectivas metodologías puedan lograr las ciencias humanas actuales.

¿Qué si la religión tiene una dimensión política? ésta pudiese ser una pregunta pertinente para relacionar nuevamente el tema el problema inicialmente planteado, yo me inclino a pensar que sí la tiene; sin embargo considero que la tiene en la medida en que posibilita la meditación y la reflexión acerca de uno mismo, la religión es (y no por que lo diga yo) un camino interior, es autoconocimiento, lo que me posibilita la modificación de la relación con los otros (que es su dimensión política), pero desde mi mismo, no exigiéndole al otro que debe ser de tal o cual forma. Además es un ejercicio que se debe hacer con convicción y por propia decisión.

Desde el seno del cristianismo mismo, que muchos por supuesto no quieren mirar, se puede hacer esta apreciación, cómo olvidar el pasaje en que Jesús interviene cuando María Magdalena está a punto de ser apedreada, ella, una puta, mujer de la peor calaña, es merecedora también del perdón y la renovación del espíritu.

La paz interior no se logra con la modificación de lo externo, esto requiere de un arduo ejercicio de conciencia, de meditación, lo que a la postre puede que posibilite la aceptación del mundo. El pago de diezmos, limosnas, actos de caridad, ir todos los domingos a la iglesia, exigirle a fulano y sotano que sean como yo digo, etc., difícilmente por si solos posibiliten algún tipo de paz.

Por tanto cabría quizá la prudencia al hablar de religión y desde un pensamiento religioso, tanto para aquellos que impetuosamente satanizan y desprecian milenios de aprendizaje humano, como para aquellos que quieren hacer de su vida religiosa los parámetros de la moralidad y de la vida legal. Recordemos que el que esté libre de pecado que tire la primera piedra.

domingo, 6 de diciembre de 2009

2010

Las añejas previsiones de los ilustres Moses Montefiore y Albert Guardiola se confirman con inmejorable claridad en este breve manifiesto:

Proclama a los Pueblos de México para organizar la revocación de mandato a Felipe Calderón


!El siglo ha comenzado!

La memoria verdadera

En la cuadragésimo-primera feria del libro de la ciudad de Aguascalientes, que tuvo lugar durante los pasados meses de septiembre y octubre, se presentó el primer libro del escritor Francisco Martínez Farfán: La memoria verdadera, editado por el Instituto Cultural de Aguascalientes a través del Fondo de Cultura Económica.
Este poeta, oriundo de San Luis Potosí, ha caminado más de cinco décadas por la vida (cuerda floja para algunos como él), y publicado esporádicamente en distintas revistas y suplementos. Independientemente de su carácter algo esquivo, enigmático en ocasiones, atento y conversador en otras, su pluma vive entre la página como el olor de un gran lagarto que se arrastra por la brea.
En La memoria verdadera, la voz del poeta, fuera de buscar la universalidad del recuerdo en la palabra o en algún otro asidero personal, como se podría suponer por el título tan imponente como la sola palabra “verdadera”, nos habla, como proponía el poeta Manuel Altolaguirre, de lo que hemos olvidado, del silencio, de nuestros límites como seres humanos entre seres humanos.
La memoria verdadera es el silencio que nos habita, un montón de espacios vacíos que nos define, y del cual tratamos de escapar constantemente:

Memoria no es caudal sólo un rasgo
luz que decrece.
Duele no saber que fuimos-perfil de sombra-
duele dar por perdido
el silencio oquo que somos,
percibir por ocultamiento

La poesía de Farfán sostiene una voz que se expande para conocer los límites del yo poético, explora los bordes del deseo y la consciencia que aprisionan al ser humano con barrotes de memoria y olvido; los límites de su propio cuerpo, de su propia mente y de la convivencia con el otro:

Herida de tiempo abierto
Te busco contra límites dudosos
Detrás de palabras repetidas
Que demandan en tu mejor ausencia
Ese lugar inagotable donde pueda buscarte
Sin rastro ni certeza
Ni salida.

Es importante recalcar su constante y recalcitrante, pero acertada percepción del otro como un intruso, una forja más de la mentira que prevalece como convención social, un instrumento más para el fraude, para la lucha de conciencias que está allí “para nada, para cargar con el solo, el ciego y el incrédulo, también el extraviado, repartir el engaño entre todos”.
Otro ápice en La memoria verdadera, es la reflexión sobre la escritua misma. La palabra para Farfán, es bella, terriblemente bella e insuficiente, cruel para quien la busca, pues encarna su secreto en el silencio; no intenta tocar nuevamente las cosas con el poder de la palabra, busca acercarse al silencio, al olvido primero, vencer la “ceguera occipital” de los recuerdos, su punto ciego. El yo poético se busca a si mismo, escribe la vida hacia adentro, pero su búsqueda siempre es fallida, y su error, se debe justamente a la naturaleza de la palabra: “El escriba de mí se me escabulle:bulle en su centro con palabras, que pierden su silencio”.
En otras ocasiones, La memoria verdadera nos muestra la pasividad del recuerdo, la inminente presencia del presente, del silencio que nos habita y nos deja allí, con nuestro cuerpo como un rayón cualquiera, indiferentes al pasado y al futuro, a la felicidad, la tristeza, al paso del tiempo:

A veces es difícil vivir tan fácil
Sin usura y semblante
Sin promesas
Mirando una primera vez
Con la sana ignorancia de la felicidad
Mientras afuera
Contra la hierba cortada y joven
Sopla el viento meridiano de la obstinación
El viento del sur sobre la ropa puesta a secar
Hondeando como los harapos de un viaje.

Después de leer el libro, uno se queda con una sensación de desconfianza hacia la palabra, hacia la presencia del otro, con una increíble sensación de soledad que pugna por acabarse en la palabra, pugna que por supuesto, estamos condenados a perder.

Déjame entrar (Låt den rätte komma in)

El género vampirezco, hoy en día tan manoseado, encuentra una válvula de escape, una perspectiva singular para los que gustan de este viejo género: Déjame entrar. La película está basada en el libro del mismo nombre escrito por el sueco John Ajvide Lindqvist, quien también adapató el guión, y dirigida por Tomas Alfredson, antes reconocido por Four Shades of Brown. El film se estrenó en México a principios de este año. Ha ganado numerosos premios como la Mejor película europea en Sitges 2008, y la Mejor película de corte fantástico en San Sebastian.
La trama se desenvuelve en un suburbio de Estocolmo durante los años ochenta. Oskar, un niño flaco, rubio y pálido, de doce años aproximadamente, es continuamente acosado por sus compañeros de clase, especialmente por un niño que parece volverse más sádico y cruel conforme Oskar se encierra en su timidez. Solitario y lleno de rencor, Oskar se recluye entre los edificios de la unidad habitacional en la que vive, e imagina que se encuentra con sus enemigos, a quienes finalmente ataca con un cuchillo; en otras ocasiones, encerrado en su cuarto, lee las notas policiacas del periódico y recorta los artículos y las fotografías que más interesantes le parezcan.
Un día, a pesar del frío punzocortante de Estocolmo, mientras Oskar jugaba, una niña aparece poco abrigada y con una actitud misteriosa; es Eli, quien acababa de llegar al pueblo junto con Hakan, un viejo acabado y de aspecto sospechoso, que manifiesta ciertas inclinaciones pedófilas hacia la niña. Su llegada a los suburbios de Estocolmo, coincide con el acontecer de asesinatos recientes, pero eso no impide que la amistad, y luego romance, crezca entre los niños.
Es difícil que los que entran a ver esta película con ganas de sangre y dientes afilados, salgan satisfechos. La línea argumental del film, se basa en la relación de Eli, la niña vampiro, y Oskar, sin convertirse por esto un churro cursi como Crepúsculo. No se recurre en ningún momento a neologismos absurdos sobre el vampiro y sus condiciones de vida; para Eli, como para cualquier construcción tradicional del vampiro, es imposible salir a la luz del sol, ni puede entrar a un hogar sin ser invitada, no envejece ni tiene reflejo.
La frescura de la película, brota de la profundidad con la que el director trata temas como la soledad, el amor y el erotismo; tanto Eli, como Oskar y Hakan, son personajes solitarios, marcados por alguna clase de estigma social que los obliga a revalorar su manera de relacionarse con los demás. El despertar sexual de los protagonistas y la ambigua relación de Hakan con Eli, nos muestran la forma de reaccionar de algunos individuos al margen de las convenciones sociales, y las consecuencias que les acarrea.
El elenco está conformado por actores con poca trayectoria comercial, los protagonistas son Kåre Hedebrant (Oskar) y Lina Leandersson (Eli). La película fue filmada en Suecia, y en cuanto a la fotografía, no deja nada que desear al mostrarnos increíbles paisajes interminables oscuros y nevados, completamente adecuados para la película.
Se ha anunciado el re-make gringo de este film. El director a cargo será Matt Reeves, contratado por la compañía cinematográfica Hammer Films, quien compró los derechos de la película Sueca. Ante esto, el director de la prmera película se muestra ofendido, mientras que al autor del libro le parece una idea maravillosa, pues según él, deja la puerta abierta a la posibilidad de hacer una película completamente diferente.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

De estudiantes y de camiones

El reciente conflicto por el aumento del precio del pasaje en Veracruz fue resuelto, en buena medida, por la movilización estudiantil que llamó la atención de la sociedad civil y los medios de comunicación sobre su pertinencia, en momentos en que las condiciones sociales exigen salidas que eviten la pauperización de la población. El aumento al transporte afecta a toda la actividad económica, y su impacto es demoledor entre las personas con menos recursos, pues deberán reducir su gasto en otros rubros para poder hacerle frente.

Para los estudiantes el aumento fue de un cincuenta por ciento (de cuatro a seis pesos) mientras que para el resto de los usuarios fue cercano al quince por ciento (de 6 a 7 pesos). Esta disparidad pretendía no afectar demasiado a la ciudadanía sino cargarles a los estudiantes la mayor parte del aumento total. La respuesta fue casi inmediata y se concretó el 23 de noviembre con el plantón de Plaza Lerdo así como con la organización de varios bloqueos en cruces importantes de la capital del estado.

El ambiente festivo de la manifestación que llegó al centro de la ciudad por Enríquez, las tomas pacíficas de camiones y los bloqueos, lograron incluso motivar simpatía y gestos de apoyo entre los transeúntes, amas de casa y población en general aunque también de desaprobación por parte de automovilistas desesperados. Todo esto puede constatarse gracias a videos disponibles en internet. http://www.enlacecordoba.com

La capacidad de movilización por parte de los estudiantes es por todos conocida, su vitalidad y espontaneidad han sido siempre factor importante en el incesante flujo del cambio social. Empero, habrá que reconocer que los conflictos entre los empresarios del transporte urbano contribuyeron al fracaso, por el momento, del ajuste de los precios del pasaje urbano como consecuencia del aumento al diesel.

Abonó también a la causa estudiantil la coyuntura política, definida por el proceso electoral en ciernes lo que obliga a los actores políticos centrales a evitar el surgimiento de conflictos que puedan empañar lo. A ello se debió que las autoridades hayan respondido con rapidez. Para redefinir su postura utilizaron el argumento de que había concesionarios que se mantenían operando sin aplicar el aumento. En el proceso de reacomodo de la postura oficial la presión estudiantil fue clave, demostrando una vez más que las y los estudiantes de las universidades públicas de nuestro país son actores fundamentales para nuestro presente y sobre todo para nuestro futuro.


martes, 1 de diciembre de 2009

La Historia de los de abajo es la Historia clandestina

Francisco Bosch
Rebelión


“Desde los tiempos mas remotos, vuelan los Ángeles guardianes, siempre celosos de sus votos contra atropellos y desmanes, junto a las tumbas infantiles, junto a los tristes moribundos…

pobres los Ángeles urgentes que nunca llegan a salvarnos, será que son incompetentes o que no hay forma de ayudarlos”

“Cita con ángeles”, Silvio Rodriguez


Intentaremos aquí tomar de base las reflexiones de Benjamin sobre la historia, específicamente su tesis IX (la que nos presenta la figura del ángel de la Historia), para realizar una pequeña exposición de la necesidad de un cambio radical de enfoque sobre la idea de la historia.

Parece oportuno comenzar presentando a W. Benjamin como un “critico moderno de la moderna”, un hombre que generó su reflexión en la etapa de entreguerras y en el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Un judío en la Alemania Nazi. Un hombre influenciado centralmente por el romanticismo alemán, el mesianismo judío y el marxismo, pero que logró una síntesis personal que nos lleva a afirmar (junto a muchos intelectuales) que se trata de un filosofo incalificable, fuera de los estándares (lo más cercano a una definición sería llamarlo profeta, en lenguaje teológico). Podríamos decir, a modo de síntesis, que se trata de un anti-sistémico no-sistemático (justamente eso es el corazón de su reflexión, una critica lapidaria a la idea de progreso inherente a la idea de modernidad).

Antes de ingresar directamente en la tesis IX (que es nuclear en las ideas del autor), presentamos a grandes rasgos la concepción de la historia de Benjamin:

Constituye una forma heterodoxa del relato de emancipación: inspirada en fuentes mesiánicas y marxistas, utiliza la nostalgia del pasado como método revolucionario de crítica del presente1

Ahora si, abordamos la Tesis IX en la cual se presenta el “ángel de la Historia”: tiene los ojos desorbitados, la boca abierta, las alas desplegadas y su rostro vuelto al pasado. Este ángel ve en “la cadena de acontecimientos” (de esa historia positivista, hechológica, de grandes personajes, siempre ascendente y progresiva) una sola y única catástrofe. Él es parte de esa tempestad que empuja la historia (el progreso) irremediablemente hacia el futuro. El Ángel quisiera detenerse para socorrer a las victimas de la historia, pero la tempestad lo arrastra de manera inexorable hacia la repetición del pasado, que son nuevas catástrofes y nuevas desastres, cada vez peores.

Con esta imagen, Benjamin critica directamente la idea de la “necesidad” en la historia. Muchos teóricos, basados en el evolucionismo histórico, han argumentado a favor de los hechos necesarios (sangrientos y crueles) para llegar a una situación mejor. En este punto el autor se coloca en la línea opuesta tanto de Schiller, como de Hegel. Las catástrofes no serían sucesos necesarios para el advenimiento de nada bueno, lo que impulsaría la historia no sería el progreso, sino una lejanía cada vez mas grande del paraíso, en camino directo y franco a la barbarie (la historia no solo le daría la razón a Benjamin, sino que la actualidad lo confirma nuevamente).

En esta tesis, es sorprendente el recurso alegórico de Benjamin para presentar con fuerza una situación que él supo ver con mucha claridad: en las raíces de la modernidad (con su idea central de progreso) se encontraba la catástrofe sin tregua (el nazismo).

Resulta esencial, para continuar, resaltar la relación de reversibilidad recíproca y traducción mutua de lo religioso y político, que escapa a cualquier reducción unilateral. Forzar aquí un secularismo moderno, es flagelar el pensamiento del autor. Desde aquí podremos ver con más claridad las alegorías con su doble enfoque: teológico y profano. Por citar algunos ejemplos centrales vemos como: el paraíso tiene su correlación profana en la sociedad sin clases primitiva (el socialismo matriarcal primitivo); la tempestad (recurso lingüístico tomado de su tradición bíblica) sería profanamente el progreso; el Mesías (que haría lo que el ángel no logra hacer) sería evidentemente, en el pensamiento del autor, la revolución (la débil fuerza mesiánica de cada generación es la posibilidad histórica de la revolución).

Con todo esto, vale recalcar dos ideas más, que son centrales: Primero ver cómo Benjamin es un critico del marxismo y presenta la revolución, no como la locomotora de la historia mundial (Marx), sino que la presenta como frenos de emergencia para la humanidad que viaja en esa locomotora (ya que esa marcha llevara al desastre). En segundo lugar, Benjamin no tiene una concepción cíclica de los procesos históricos (como insinúa Scholem) sino mas bien dialéctica: la sociedad sin clases del futuro que él sueña (el nuevo paraíso), contiene en sí, como síntesis dialéctica, todo el pasado de la humanidad (aquí la clave de la memoria como primer instrumento revolucionario).

Para terminar, simplemente me gustaría mostrar cómo esta concepción de la Historia (desde las victimas) se hace realidad (cobra realidad histórica) en el sureste mexicano, en los procesos de los Pueblos de la Tierra Zapatistas. Podemos afirmar esto, porque al haber leído la historia a contra-pelo, los hombres y mujeres insurgentes de México, han comenzado a escribir “la otra historia”, que es esencialmente la HISTORIA CLANDESTINA: la que se teje desde abajo, en silencio, en la clandestinidad de las luchas por la humanidad y se va pariendo en las conquistas diarias de autonomías reales que reconocen la dignidad de los seres humanos y de los pueblos de la tierra.

Por esto, la historia verdadera es la historia clandestina, la que recoge el dolor histórico de las victimas, y descifra entre ellos los gritos del parto de una nueva sociedad.

La revolución entendida en clave benjaminiana es el verdadero estado de Excepción (el estado de excepción dentro del estado de excepción). Esto es entendido a cabalidad en Chiapas donde, cansados de dialogar con el gobierno y ser traicionados una y mil veces, los hombres y mujeres de pasamontañas tomaron la firme decisión de la construcción de autonomías. Estas son la base de la revolución zapatista y constituyen un verdadero estado de excepción (dentro del estado de excepción que ya viven esos pueblos, que es de hambre, dolor y muerte). La vida se va pariendo desde las bases, desde las victimas históricas, sin implicar una revolución entendida como toma del poder estatal, sino como una construcción alterna de Otro Mundo Posible. Esto nos lleva a dar un paso más que Benjamín, y reconociendo lo acertado de su aviso de catástrofe, diremos también que lo realmente revolucionario es QUE LOS POBRES Y OPRIMIDOS ESCRIBAN SU HISTORIA.

"No morirá la flor de la palabra, podrá morir el rostro oculto de quien la pronuncia hoy, pero la palabra que vino desde el fondo de la historia y de la tierra no podrá ser acallada por la soberbia de los poderosos. Nosotros nacimos de la noche, en ella vivimos, en ella moriremos, pero mañana la luz será para los más para quienes hoy es negado el día... Nosotros somos la dignidad rebelde, el corazón profundo de la patria... para nosotros nada, para todos todo..."2
Notas:

1 Lowy, Michael “Walter Benjamin: aviso de incendio” pag. 14. Fondo de la cultura económica, 2001

2 Cfr. Declaraciones de la selva Lacandona, EZLN.

www.rebelion.org/noticia.php?id=96210

Salud pública

Aunque parecen temas totalmente diferentes, varias cuestiones en común tienen la guerra contra el narcotráfico y la penalización del aborto.

Han sido, sin lugar a dudas, los dos temas más discutidos en lo que va del sexenio de Felipillo, haciendo a un lado la famosa crisis en todas sus modalidades, H1N1 incluida.

Desde la despenalización del aborto por la Asamblea Legislativa del Distrito Federal en abril del 2007, una oleada conservadora ha hecho lo contrario en 17 estados ya de nuestro país: los congresos locales han dejado bien claro que el aborto es un delito penal en el mismo número de estados.

Por otra parte, desde la invasión del ejército mexicano al estado de Michoacán (perdón, quise decir desde el inicio de la Operación Conjunta que nos salvaría de la delincuencia organizada), la violencia en nuestro país no ha hecho más que aumentar, tanto que la colombianización-pakistanización de nuestro otrora pacífico país es más que evidente.

Una primera coincidencia es que ambos asuntos han servido para regar no digamos ya ríos, sino mares completos de tinta en los medios de comunicación tradicionales. Tanto así que hasta parecen cortinas de humo, pero eso es material para otro artículo.

Ambos acontecimientos han resultado ser inmejorables temas de debate: todo mundo al día de hoy ha tomado una posición más o menos bien definida en ambas cuestiones, y defienden su punto de vista a capa y espada. Algunos partidos políticos defienden una postura, otros la contraria. Columnistas a favor y en contra en ambos temas han vertido sus apreciaciones en cada periódico. Las televisoras, por su parte, participan en el debate informando (¿desinformando?) a nosotros, pueblo, de los acontecimientos más recientes, y llevándolos después a sus finísimas, imparciales y exquisitas mesas de debate. (Un agradecimiento, por cierto, por pasarlas a altas horas de la noche en las que ahorrárnoslas es muy fácil).

Pero la similitud más importante es la triste manera en que los gobiernos abordan ambos problemas. No sólo el gobierno de México, sino en la mayor parte del mundo occidental moderno y civilizado (ja!).

Hay que tener bien presentes un par de cosas: en primer lugar ambos problemas son una realidad cotidiana. El narcotráfico existe y seguirá existiendo (las irrefutables leyes del mercado y la mano que nadie ve dictan que para toda demanda habrá una oferta).

Si la guerra contra el narco se ha convertido en un asunto de seguridad nacional es porque así lo quisieron nuestras más altas autoridades. Está comprobado que violencia solo genera más violencia: maten a un narco o métanlo a la cárcel y tendrán a 20 emprendedores peleando por su lugar.

El aborto, por su parte es una práctica establecida ya en nuestra sociedad. Penalizarlo no va a disminuir el número de abortos practicados clandestinamente, lo que nos lleva al segundo punto.

Tanto narcotráfico como el aborto son, por encima de todo, un problema de salud pública, que no van a ser resueltos ni a balazos ni con amenazas de cárcel.